Política
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Jalisco y el Peje
A

los jaliscienses nos está resultando muy largo este final de sexenio en el cual, según proclamó el gobernador que ya mero se va –¡Gracias a Dios!– iba a refundar el estado de Jalisco.

Nunca supimos bien a bien lo que significaba refundar, pero se llenaban la boca con la palabra. Ahora sus enemigos aseguran que, en realidad, lo que pretendía era refundirlo y que por poco lo logra.

En efecto, el registro que queda es que ha sido uno de los peores gobiernos habidos, y vaya que, en este sentido, especialmente con dos de los tres sexenios panistas que resultaron verdaderamente infames, ponen en verdad muy alta la vara de la incompetencia.

Las clases medias, y no digamos las más altas, no hacen más que refunfuñar y denostar a la 4T. Periódicos y locutores de televisión y radio no cejan en darle duro al régimen. Evidentemente no hay alusión alguna a los gobiernos anteriores que padecimos ni análisis del que todavía padecemos en Jalisco.

Entre otras cosas, para honrar el nombre de Movimiento Ciudadano, han logrado una parálisis casi total de la circulación citadina. En medio del gran crecimiento de la población no han conseguido más que reducir los espacios para circular creando una kilometrada de carriles dizque para bicicletas, por la cual pasa una cada venida de obispo. No son pocos los ciudadanos que en este sexenio han visto duplicarse sus tiempos de traslado, pues al incremento de automóviles ha correspondido una reducción de espacios para circular.

También tenemos que felicitarnos porque este gobierno estatal es el primero en México que organiza una manifestación de sus adláteres en contra de la anual feria del libro, a efecto de impedir el acceso a los asistentes.

En este sentido, finalmente trató de construir una vía de ferrocarril o tranvía o como quiera llamársele justamente hacia el municipio vecino, en el que ellos tienen muchos intereses urbanos creados.

La semana pasada, por fin, se inauguró la famosa presa El Zapotillo, que tranquilizará la inquietud por falta de agua de los tapatíos durante varios años y aliviará la presión que ejerce la gran zona metropolitana del valle de Atemajac sobre el lago de Chapala. Es claro que el Ejecutivo jalisciense estuvo ahí poniéndose la medalla, sin recordar que había abrazado la causa de anegar el valle de Temacapulín y ahogar a tres poblaciones, una de las cuales tiene casi medio milenio de vida y un cementerio de una iglesia de tal antigüedad.

Eso quiso el último gobierno panista, el de ese PRI paniaguado de Peña Nieto y el propio Alfaro, pero no pudieron contra la defensa de los naturales y no pocos jaliscienses que los respaldamos.

Con el gobierno federal actual se hicieron las enmiendas necesarias para hacer la presa y también dejar vivas las tres poblaciones, cuyos habitantes aplaudieron a López Obrador con entusiasmo y, claro, le recetaron una rechifla de padre y muy señor mío al señor gobernador, recordándole, entre otras cosas, sus aviesas intenciones del pasado…

No en vano Movimiento Ciudadano perdió el control del Congreso de Jalisco, su representación en el federal y en el Senado. Triunfó solamente en el área metropolitana, donde dicen que hubo tantas irregularidades que han puesto en tela de juicio la legalidad de su victoria.