Sábado 7 de septiembre de 2024, p. 3
Deidades que expresan libertad, tigres y tecuanes, demonios coloridos, caras de largas barbas, peces y calacas. Rostros que miran con ojos vacíos y bailan al son de la tradición se exhiben en la exposición Mascareros de Guerrero, de lo tradicional y lo fantástico.
Dos centenares de máscaras cuelgan inmóviles en el Museo Nacional de Culturas Populares para permitir apreciar no solamente el objeto ritual, sino las manos de mujeres y hombres artesanos, el proceso de elaboración, los materiales y herramientas que preservan técnicas ancestrales, y al mismo tiempo, con creatividad, innovan en las tallas fantásticas que enriquecen el arte popular mexicano.
Las danzas de los pueblos de Guerrero se han mantenido resilientes y en continua reinvención: se calcula que existen más de 300 en esta entidad del suroeste del país. Del gran universo de narraciones, José Luis Correa, uno de los curadores de la exposición, destaca los temas del ciclo agrícola, la Conquista, la evangelización, lo histórico militar, la parodia al poder colonial y las trashumancias.
La muestra tiene como propósito visibilizar los rostros de los mascareros de Guerrero que contribuyen en la preservación de las tradiciones artesanales, su papel comunitario en las festividades, así como las innovaciones del arte popular mexicano con la elaboración de tallas fantásticas
, informa el recinto.
Múltiples materiales
El arte del mascarero abarca desde conocer los personajes de la danza, dar rienda suelta a su creatividad y emplear una amplia variedad de materiales que muestra la riqueza biológica y cultural del entorno. Entre éstos está el quiote (o tallo de la flor) del maguey, maderas, lacas, piel de animales, barro, cartonería y láminas, junto con otros elementos como crin de caballos y cuernos de animales.
Tres colecciones (la del Museo Nacional de Culturas Populares, la de Máscaras Tradicionales de Guerrero El Calehual y la de Víctor Sandoval) integran la exhibición del trabajo de unos 50 mascareros de Guerrero, de la Costa Chica, Montaña Baja, alto Balsas, Montaña, Sierra y pueblos del centro.
Acompaña las piezas una selección de fotografías de artesanos, algunos con herramientas en la mano tallando las piezas, otros orgullosos mostrando sus creaciones.
Uno de los núcleos en los que se divide la exhibición subraya el punto desde el que irradió la vorágine del interés por comprar y coleccionar estos rostros del arte popular.
El etnógrafo Donald Cordry marcó un referente mundial en el conocimiento de las máscaras mexicanas y la publicación póstuma del libro Mexican masks, en 1980, que repercutió en el imaginario de las tallas tradicionales y ornamentales. Algunas piezas de la colección de Cordry se muestran en la sala Cristina Payán, y “dan cuenta del collage de obras fantásticas y rituales”.
Otra gran coleccionista, Ruth Lechuga, descubrió en la década de los años 70 la aparición de máscaras espectaculares y diferentes a las usadas en las danzas, ofrecidas como antiguas. Esta producción fue para satisfacer la nueva demanda de turistas y con fines decorativos.
Al respecto, la curadora Marta Turok enfatizó la sabiduría del mascarero, quien elabora tanto las máscaras para los danzantes, así como las decorativas. De esa manera, la tradición no corre peligro y a la vez inventa nuevas y originales formas, mientras el comprador que busca la máscara danzada
cae en un tipo de fetichismo cuando no conoce las danzas de primera mano en las localidades.
La exhibición Mascareros de Guerrero, de lo tradicional y lo fantástico se puede visitar en el museo ubicado en la avenida Hidalgo 289, colonia Del Carmen, Coyoacán. Estará abierta hasta el 25 de marzo de 2025.