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Artaud y la representación teatral
E

n nuestro periódico se publico una nota que a los seguidores de Antonin Artaud nos entusiasmó. La Universidad Autónoma Metropolitana Cuajimalpa, en coedición con el sello Sexto Piso, publicó Obra selecta 1, primero de dos volúmenes dedicados a Antonin Artaud (1896-1948).

Jacques Derrida, en su libro La escritura y la diferencia, tiene un capítulo en el que hace referencia al teatro de la crueldad y la clausura de la representación.

En uno de sus párrafos comenta: “Hay pues que encontrar palabras tales que introduzcan en un punto en soberano silencio que interrumpe el lenguaje articulado. Como se trata de una cierto distanciamiento, lo que hay que encontrar realmente en no menor medida que la palabra es el punto, el lugar de un tratado en el que una palabra que haya sido cogida en la vieja lengua, justo por estar puesta allí y quedar afectada por ese movimiento, se ponga a deslizarse y hacer deslizar todo el discurso… ¿será necesario imprimir al lenguaje un cierto giro estratégico que con un movimiento violento, deslizante y furtivo haga deslizarse al viejo cuerpo para poner en relación a su sistema y su léxico con el silencio mayor? Y más que con el concepto o con el sentido de la soberanía, con el momento privilegiado de la operación soberana, aunque solo haya tenido a ser una fuerza...”

En mi libro más reciente, Tinta blanca, publicado por el Seminario de Cultura Mexicana, menciono una nota importante de Jean Paul Sartre (1931) que hace notar que en la historia de los países del tercer mundo, la violencia colonial tiene como objetivo no sólo mantener sometidos en actitud respetuosa a los hombres, sino que trata de deshumanizarlos, no se ahorrará ningún esfuerzo para liquidar sus tradiciones, sustituir sus lenguas y religiones (aún padecemos el trauma de la Conquista, donde perdimos la lengua, la religión y las fiestas tan importantes en la cultura original). El marginado mexicano, como otros, está traumatizado, golpeado, subalimentado, temeroso y tiene siempre, ya sea amarillo, blanco, café o negro, los mismos rasgos de carácter: es perezoso, taimado y ladrón; vive de cualquier cosa y sólo respeta le uso de la fuerza. La marginación como síndrome tiene múltiples causas, pero su sintomatología común, que ha sido observada por personas marginadas del campo que llegan a las afueras de las ciudades. Estrés y neurosis traumáticas son conceptos claves con los que la sicopatología permite explicar el comportamiento de los marginados urbanos.

¿Cómo funcionarían entonces la palabra y la escritura interna? Volviéndose gestos, la concepción lógica y discursiva quedará reducida, subordinada a esa intención, la palabra asegura cotidianamente una transparencia racional y realiza su propio cuerpo en dirección al sentido, deja a éste extrañamente que se recobre mediante aquello mismo que lo constituye en diafanidad, el desconstruir lo diáfano; queda al desnudo la carne de la palabra, sonoridad, entonación, necesidad, el grito que la articulación de la lengua y la lógica ha enfriado del todo, todavía lo que queda de gesto oprimido en toda la palabra, ese momento único insustituible que la generalidad del concepto y la recepción no han dejado de rechazar jamás.

Antonin Artaud, nos lleva de nuevo al borde del momento en que la palabra no ha nacido y la articulación no es el grito, pero no es todavía el discurso, cuando la repetición es casi imposible, y con ella la lengua en general, la separación del concepto y el sentido, el significado y el significante de lo prematuro y de lo gramático, la libertad de la traducción y la tradición, el movimiento de la interpretación la diferencia entre el alma y el cuerpo, el amo y el esclavo, Dios y el hombre, el autor y el actor.

Es la víspera del origen de las lenguas y lo de ese diálogo entre la teología y el humanismo del que la metafísica del teatro occidental no ha hecho otra cosa que mantener su inagotable repetición. (Continuará.)