a última publicación del informe Estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2024 (SOFI, por sus siglas en inglés), lanzado en julio pasado en el marco de la reunión del G-20 en Río de Janeiro, Brasil, nos ofrece una visión detallada de los avances y retrocesos en la lucha contra el hambre. A escala global, aunque hemos logrado algunos progresos, persisten desigualdades significativas: mientras África sigue siendo la región más afectada, América Latina (AL) muestra señales positivas de recuperación, reflejando el impacto de los esfuerzos concertados para mejorar la seguridad alimentaria en la región.
El camino no ha sido fácil. Tras la pandemia de covid-19, nuestra región fue una de las más afectadas por el hambre, alcanzado en 2021 su punto más alto de 6.9 por ciento de la población afectada, mientras 40.6 por ciento enfrentó inseguridad alimentaria moderada o severa. Durante varios años, observamos cómo los avances logrados a inicios de los 2000 fueron retrocediendo rápidamente.
Sin embargo, en los últimos dos años se ha registrado una disminución en los niveles de hambre, con una tasa de 6.2 por ciento de la población, lo que representa una disminución de 4.3 millones de personas, principalmente impulsada por América del Sur.
Inversiones en programas de protección social en varios países de la región han sido fundamentales para impulsar esta recuperación. A través de los sistemas sociales se ha podido responder rápidamente y dirigir recursos financieros disponibles de manera más efectiva hacia las poblaciones con mayor vulnerabilidad.
A pesar de los progresos de la región, las subregiones del Caribe y América Central siguen registrando desafíos en el aumento del hambre. No podemos permitirnos retroceder. Es fundamental que profundicemos en el análisis de las visiones y estrategias que han mostrado resultados positivos para continuar avanzando en este camino.
A seis meses de la Conferencia Regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Georgetown, Guyana, nos comprometemos a dar respuestas tangibles a las prioridades establecidas para los países para transformar los sistemas agroalimentarios y lograr una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor ambiente y una vida mejor.
Desde la FAO hemos iniciado un proceso de reflexión de alto nivel junto con los gobiernos para compartir experiencias de políticas públicas orientadas a garantizar la seguridad alimentaria y nutricional.
Nuestra región, como el resto del mundo, debe estar preparada ante riesgos crecientes, como el cambio climático, conflictos y crisis económicas.
La región de América Latina y el Caribe ha demostrado que, con políticas adecuadas, podemos avanzar y ofrecer respuestas concretas y sostenibles. Sólo con un compromiso firme podremos poner fin al hambre y a la malnutrición. Sin dejar a nadie atrás.
* Subdirector general y representante regional de la FAO en AL y el Caribe