Sones jarochos, chilenas, boleros y cumbias se escucharon en el concierto Suena México de costa a costa, donde músicos se unieron en una fiesta con la finalidad de acercar la música tradicional mexicana a los jóvenes en el Foro Cultural Hilvana, la noche del domingo pasado.

El sonido, danza y poesía de la agrupación Caña Dulce y Caña Brava, cuarteto de mujeres que difunden la música y cultura veracruzana, compartieron escenario con la banda de viento La Mixanteña de Santa Cecilia, que interpreta música de las montañas y las costas chicas de Guerrero y Oaxaca.

Las primeras en aparecer fueron Las Cañas, que estuvieron acompañadas del maestro Alonso Borja en el requinto. Además de la música, compartieron la indumentaria tradicional veracruzana y el baile con el zapateado en la tarima.

Con una trayectoria de 17 años, Caña Dulce y Caña Brava hizo sentir el poder de las mujeres en el recinto de la colonia Cuauhtémoc.

En un seis por ocho, conocerán cómo suena un son jarocho, afirmó la maestra Adriana Cao Romero Alcalá, quien adelantó que su próxima presentación será para celebrar el grito de Independencia con los paisanos en Estados Unidos.

El zapateado de Violeta Romero Granados animó al público, que enseguida se puso a bailar, con la destacada participación de parejas de jóvenes, quienes con pañuelos rojos y azules se movieron de manera elegante.

Llegó el turno de La Mixanteña de Santa Cecilia, que entró al recinto con estilo de carnaval y antes de subir al escenario rodeó a los asistentes con una fila hecha por los músicos, quienes invitaron al público a permanecer de pie, y así permanecieron durante toda su presentación.

Chilenas y boleros, con unos temas más solemnes que otros, impregnaron el ambiente de fiesta, y entre el público abundaron las parejas que se pusieron a bailar pegadito. Paso a paso, el ritmo se aceleró con la interpretación de la cumbia Catalina.

Cantemos de lo que somos, de la costa y de la montaña, se escuchó en el escenario antes de que La Mixanteña interpretara Libro abierto, del compositor y cantante Gerardo Reyes, cuyo sonido de instrumentos de viento inundó el recinto con una cálida melancolía.