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Un espía inglés en Nueva España
C

ronista fantasioso, hombre de pasiones desenfrenadas, oportunista, dueño de una prosa desbordada, menos héroe que difamador, delator y farsante, Thomas Gage (1597-1656), sin serlo formalmente, fungió como espía de Inglaterra en las colonias españolas de América y dejó una leyenda quizás odiosa, pero muy entretenida. Se esmeró en descubrir y describir los puntos flacos de México, Guatemala, Nicaragua y, al final, Jamaica, aconsejando a Oliverio Cromwell invadir las Antillas, cosa que en efecto harían las tropas de Albión. Aunque en Nueva España la pasó de lujo, el entrometido religioso le tenía mala voluntad al virreinato. Vivió aquí entre 1625 y 1637.

Un viajero peculiar, por decir lo menos. Formado por los jesuitas de la resistencia católica inglesa, se pasó a los más relajados dominicos en España y por esa vía consiguió un pasaje a la América española, vedada a los ingleses durante el siglo XVII. Recorrió Nueva España, la capitanía de Centroamérica y las Antillas entre bacanales non sanctas, fallidas misiones evangélicas, negocios turbios (se hizo de perlas y esmeraldas que le robarían los piratas holandeses), impúdicas campañas difamatorias y disputas teologales que anunciaban la debilidad de su fe. En Guatemala se divirtió escandalizando a los jesuitas con la afirmación de que la Virgen María no fue sin pecado concebida. La relación de sus 12 años de peregrinaje es uno de los más amenos reportajes y retratos costumbristas de la época, aunque está comprobada la elevada dosis de falsedad y mala fe que la recorren. Más fiel al original cuando describe riquezas y puntos militarmente débiles, atento a los vicios coloniales, proveyó a la corona británica de un valioso documento que Cromwell sabría aprovechar. Pocas obras ayudaron más a difundir la leyenda negra antihispánica en Europa, pues con las memorias de su primer viaje Gage se anotó un notable best seller prontamente traducido a varias lenguas. Su furia justiciera encontró en México blancos inmejorables, ridiculizó a los criollos de Comitán, aunque admiró la Ciudad Real. Vio las capitales del virreinato como ruinas morales y registró la bajeza que según él dominaba la vida en Guatemala:

La abundancia y las riquezas han hecho a los habitantes tan orgullosos y viciosos como los de México, porque allí la corrupción es más común que en cualquier otra parte de las Indias. Las mulatas, las negras, las mestizas, las indias y las demás mujeres de baja condición son muy amadas y buscadas por los ricos. Están vestidas con tanto aseo como las de México y no son menos lúbricas que ellas, a pesar de que éstas viven entre dos montañas que las amenazan con la ruina y el castigo, dice en referencia a los volcanes de Agua y de Fuego. La una las amaga con el diluvio que ya ha servido para ejecutar la venganza de Dios, y la otra les representa una de las bocas del infierno que les prepara una lluvia de fuego como la que destruyó en otro tiempo la ciudad de Sodoma (The English American, His Travail by Sea and Land: Or A New Survey of the West Indies, Containing A Journal of Three Thousand and Three Hundred Miles Within the Main Land of America, 1648; en español Viajes a la Nueva España y Guatemala).

En 1642 regresa a Londres. Se convierte al protestantismo con gran aspaviento retórico y se avienta el discurso La tiranía de Satán, descubierta a través de las lágrimas de un pecador convertido, en un sermón predicado en la Iglesia de Pablo, el 28 de agosto de 1643, por Tomás Gage, anteriormente sacerdote romano durante 38 años y ahora verdaderamente reconciliado con la Iglesia anglicana. Inicia una vida política fructífera en su país, donde delata y lleva a la muerte a varios curas y rivales. En diciembre de 1654 se embarca al Nuevo Mundo como pastor en un buque de guerra, para morir de diarrea meses después en las playas de Jamaica, isla que sería recolonizada por presidiarios y prostitutas de Inglaterra y los primeros esclavos africanos del Caribe británico.

Informante para la corona enemiga, promotor de invasiones cumplidas (Jamaica) o sin cumplir (Guatemala), es considerado por Leif Korsbaek el primer antropólogo al servicio del imperio anglosajón, pionero en una larga estirpe de agentes ingleses y estadunidenses infiltrados en los pueblos indígenas y las sociedades latinoamericanas, lo cual lleva a otro pleito historiográfico, al que también ha aportado Gilberto López y Rivas.

En 1773 la ciudad de Guatemala sería destruida por un temblor, y como ya estaba bueno de sismos y peligros, la corona española trasladó la capital de la capitanía general a un sitio más seguro. Desde entonces, Antigua quedó como reliquia y, con el tiempo, destino turístico de quienes buscan escombros con historia. Sin saber, Gage acertó en sus presagios apocalípticos: Guatemala está situada entre un paraíso y un infierno.

Pertenece a una caterva de autores que, según William S. Maltby (La Leyenda Negra en Inglaterra, Fondo de Cultura Económica, 1982), ofrecen el cuadro en Nueva España de una sociedad decadente, en la que los valores humanos normales han sido pervertidos por la influencia de una corte corrupta y viciosa. Todo un precursor de Trump.