rmando Colina y Víctor Acuña, creadores de la galería Arvil, son referencia obligada al abordar la obra de importantes pintores y escultores, escritores y músicos. Además, excelentes embajadores culturales al divulgar el trabajo de figuras destacadas de México y América Latina, y establecer relaciones con directores de museos, coleccionistas, cineastas, críticos de arte y galeristas.

Espléndida, su labor de editores. Como las cinco carpetas que incluyen obra gráfica de Francisco Toledo: Toledo/Sahagún; Toledo/Chilam Balam; Toledo/Guchachi; Nuevo catecismo para indios remisos, y Trece maneras de mirar un mirlo.

Los acompañan, textos del Libro de los enigmas del Chilam- Balam de Chumayel, con traducción de Antonio Mediz Bolio; de Wallace Stevens, con traducción de Luis Roberto Vera; de Carlos Monsiváis, y del libro Augurios y abusiones, de Alfredo López Austin.

Además, con grabados de Toledo nueve obras individuales: Caballo con pelota, Sapos y ranas, La escalera, Los del mecate, Los pájaros; El pez (Pescado), y Libertad para Víctor Yodo. En litografía, Mi hermano, La cangrejera, Reflejos de caballo y Avispados.

De todas esas ediciones destaco el Nuevo catecismo para indios remisos, con grabados, puntaseca, buril, mezzotinta y aguatinta en color sobre placas tlaxcaltecas y poblanas del siglo XVIII y XIX regrabadas. Toledo en todo su esplendor al trabajar sobre esas antiguas obras recuperadas por los Arvil.

El Nuevo catecismo lo publicó Siglo XXI Editores en 1982. Constó de 40 textos y, de portada, un grabado de Toledo. La segunda, también con cubierta de Toledo, es de 1992, en la serie Lecturas Mexicanas del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Incluye 10 textos más inéditos.

Carlos Monsiváis ya había publicado tres obras que fueron recibidas con elogios: Días de guardar, Amor perdido y A ustedes les consta. Pero en el Catecismo..., su única obra de ficción, el humor el sarcasmo se combinan con la brevedad, virtud que logran pocos autores.

Armando Colina donará mañana al Centro de las Artes de San Agustín, en Etla, Oaxaca, fundado por Toledo, las placas tlaxcaltecas y poblanas. Estarán en la entidad desde donde el pintor, mecenas y ecologista, contribuyó a engrandecer la cultura mexicana.