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Derrida en Latinoamérica
H

abrá que plantear nuevas aplicaciones teóricas, vía las nuevas conceptualizaciones del lenguaje en sicoanálisis. Con base en los postulados freudianos, con apertura a la filosofía contemporánea, en rechazo del falogocentrismo y bajo otro enfoque de los conceptos de sujeto, objeto, tiempo y espacio.

Esto hace posible una mejor y más profunda comprensión de las fallas en la estructuración síquica de sujetos portadores de neurosis traumáticas (nuestro problema nacional). Lo primero que se evidenció es que el trabajo vía el modelo de sicocomunidad pretenderá brindar contención, cierto grado de estructura exterior. Contención y estructura que irán más allá de un acompañamiento en el proceso de duelo y la importancia de colocar el acento en las respuestas transferenciales de los grupos terapéuticos que trabajaron en la experiencia de sicocomunidad en los pasados 40 años y cuya resonancia, vía el reconocimiento en sí mismos de la indefensión, el desamparo originario, en torno al cual se estructura el aparato síquico que es el dolor que posibilita la compenetración de los seres humanos. Así, sólo así, se pudieron obtener algunos resultados en el trabajo de poblaciones de marginados en asentamientos urbanos en la ciudad y poblaciones vecinas. El escollo más difícil es la costumbre no compartida. Este asunto tiene implicaciones por demás complejas, que difícilmente se podrán esperar cambios profundos en la estructura síquica de los sujetos.

De acuerdo con las propuestas de Jacques Derrida, el lenguaje no se limita o circunscribe a un fenómeno físico (un conjunto de cadenas sonoras o un conjunto parasitario de marcas gráficas) que simplemente se corresponde con el mundo y unos significados que los hablantes poseen en su interioridad. La actividad de leer y escribir –y los textos mismos– dejan de ser la búsqueda, la entrega o el espacio de un significado unívoco. Es el momento en que se separa la emisión de la palabra misma y ésta queda bien separada del significado –ideal– diferida de su propia enunciación y se convierte en un signo de otro signo anterior.

El tiempo diluye el lenguaje, la refiguración del signo y la pluralidad del texto; el texto como constancia y deconstrucción de la escritura como afirmación. Es siempre la afirmación de algún otro, dirigida al otro, afirmación al otro, a algún otro.

El análisis de Derrida se ubica en la problemática de la escritura, la cual ha sido entendida dentro de la metafísica logofonocéntrica como derivada y suplementaria; secundaria y exterioridad dependiente de una interioridad primordial. El tratamiento que se ha dado a la escritura interna, la desvalorización que ha sufrido, es la misma que la del plano material. Esta concepción del ser escrito, del orden significante, del cuerpo como dependiendo de un sentido pleno, de una razón trascendental a priori o de cualquier otra forma que pueda adoptar esta estructura metafísica.