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Debilidades institucionales en México sobre China, ¿hacia una agenda bilateral?
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emos detallado en esta columna sobre la profunda y generalizada confrontación entre Estados Unidos y China desde 2022-23 (y las medidas estadunidenses bajo el “ security-shoring”), diversas características actuales de la socioeconomía china (particularmente las peculiaridades de su sector público y su aspiración a un proceso de globalización con características propias y explícitamente alternativo al de Estado Unidos, imperante desde la Segunda Guerra Mundial), así como la generalizada creciente presencia china en América Latina y el Caribe (ALC) y en México en prácticamente cualquier ámbito imaginable en el siglo XXI: del intercambio cultural y académico a significativas inversiones y ni hablar de la relevancia de China como segundo socio comercial de México desde 2003, además de masivos proyectos de infraestructura.

Al menos desde la primera década del siglo XXI, China publicó dos libros blancos en los que hace explícita su estrategia hacia ALC en docenas de rubros; el liderazgo de China en el Foro Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) China es notable desde su fundación en 2015, y particularmente a través de los diversos planes de trabajo/cooperación con cientos de propuestas. La región latinoamericana, por el momento, no ha sabido responder, ni estratégica ni puntualmente a estas sugerencias.

¿Y en México? Si bien México y China cuentan con cuatro valiosas instituciones bilaterales públicas (Comisión Binacional desde 2003), y tres Grupos de Alto Nivel desde hace más de una década (incluyendo el de Economía y de Inversión), las élites políticas y económicas en México no han invertido institucionalmente en México en su análisis y estudio sobre la República Popular China. Estas cuatro instituciones públicas bilaterales simplemente no cuentan con el apoyo, las presiones ni el interés de los sectores público, privado y académico, además de que no nos invitan (sic); simplemente no existen análisis ni propuestas que pudieran ser vertidas en estas instituciones: se reúnen mayormente sin monitoreo, evaluación, procesos de aprendizaje ni avances con respecto a sus primeros encuentros desde hace más de una década.

En México, en el sector público federal, no existen subsecretarías o direcciones especializadas en China y con una perspectiva a largo plazo. El Legislativo es un gran ausente en aspectos estratégicos con China. Al menos, sorprendente es la falta de conocimiento, dedicación y especialización en los principales partidos políticos, organismos empresariales y organizaciones no gubernamentales (ONG) sobre China. Los organismos empresariales especializados sectorialmente y otros que agrupan intereses multisectoriales no han logrado, hasta 2024, respuestas a solicitudes chinas de 2001 (sobre el reconocimiento de China como economía de mercado) y desde septiembre de 2021 (en torno a la propuesta de China de un Tratado de Libre Comercio con México y con otros 10 países vía el Tipat (Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico), entre los aspectos más destacables.

Con mínimas excepciones es sorprendente la falta de análisis y respuesta de los organismos empresariales, algunos con cuantiosos recursos y personal, a los innumerables retos que China ha expuesto tan sólo en la última década. Por último, y con pocas excepciones, las universidades privadas y públicas tampoco han invertido suficientemente en docencia e investigación sobre China en México; en la última década incluso instituciones académicas que habían logrado cierta especialización en China la cancelaron por diversas razones.

Es decir, mientras las élites e instituciones en México no se comprometan e inviertan en organizaciones que investiguen sobre China a corto, mediano y largo plazos, México no logrará sobrellevar sus carencias básicas en torno a China y, peor aún, dependeremos de los think tanks de otros países y presiones continuas como las que estamos experimentando actualmente en México desde Estados Unidos vía el security-shoring.

Es imperativo en México iniciar con una perspectiva a largo plazo fortaleciendo a las instituciones señaladas en su análisis y propuestas con China: si no invertimos hoy al respecto, no contaremos con personal, diagnósticos y propuestas en el siguiente lustro. A corto plazo, adicionalmente, tendría muchísimo sentido que la nueva administración liderada por Claudia Sheinbaum Pardo se concentre en la profunda y multifacética relación de México con China, no sólo en el comercio e importaciones, y permitiendo una nueva relación triangular de México con Estados Unidos y China. Con certeza será un sendero complejo, particularmente ante los profundos y crecientes sentimientos antichinos en EU, y no se logrará sin objetivos estratégicos nacionales previos a un debate institucional al respecto. ¿Será?

* Profesor del Posgrado en Economía y Coordinador del Centro de Estudios China-México de la UNAM

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