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Negocios y empresas

Inconsistencia del Banco de México

A

diferencia de Estados Unidos, el mandato base del Banco de México es el control de la inflación. Bajo este principio, las medidas tomadas por la Junta de Gobierno de esta institución, bajo el mando de Victoria Rodríguez Ceja, no deben generar incertidumbre sobre el objetivo a lograr.

Por primera vez en años, la decisión tomada por el Banco de México en materia de tipo de cambio generó grandes dudas. Mientras se reporta una inflación al alza, al situarse en julio en 5.57 por ciento, frente a 4.98 por ciento en junio de este año, Rodríguez Ceja, junto con otros dos miembros de la Junta de Gobierno, decidió soltar amarras a la inflación.

Las justificaciones de esta medida son cuando menos confusas, por no decir poco profesionales. Se trata de una visión prospectiva, de una perspectiva integral del proceso, de la idea de que a mediados del año que viene la inflación estará casi controlada. Con estos argumentos, se trata de una decisión tomada a través de una bola de cristal que predice el futuro, lo cual es poco serio para una institución cuya única función es mantener el poder adquisitivo de nuestra moneda.

Los bancos centrales, a diferencia del resto de las instituciones financieras, se manejan con criterios técnicos y no políticos o de oportunidad para especular y tratar de ganar dinero. Si la meta es mantener una inflación anual de 3 por ciento, más menos un punto porcentual, aunque ahora se encuentra casi al doble y con una tendencia al alza, no se entiende cuáles son las motivaciones para bajar la tasa de interés y de este modo controlar el aumento de precios.

Uno de los elementos importantes en el control de la inflación es el tipo de cambio estable, cosa que había funcionado bastante bien hasta hace apenas unos meses. Pero al bajar la tasa de interés y subir la inflación, los recursos financieros internacionales que llegan a México tienden a reducirse e incluso a salir de nuestra economía. Esta situación presiona a la baja el valor de nuestra moneda en los mercados internacionales.

Pero lo peor de todo es que la inflación cercana a 6 por ciento anual a quien más afecta es a los trabajadores, porque cada vez su dinero vale menos en la compra de cualquier mercancía.