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Fabiola Quezada pinta el lado emocional del varón: me gusta ver que siente como yo

La mexiquense expuso en un museo de Italia la muestra L’Uomo a Nudo, con lienzos donde interpreta la masculinidad

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▲ Óleo en acrílico Les baigneurs (Los bañistas), de 2022.Foto cortesía Fabiola Quezada
 
Periódico La Jornada
Martes 13 de agosto de 2024, p. 4

Cuando la pintora mexicana Fabiola Quezada (estado de México, 1968) era niña y visitaba museos, se percató de que gran parte de los cuerpos desnudos plasmados eran de mujeres. Ahora, ya adulta, realizó la exposición L’Uomo a Nudo (El hombre al desnudo) como un llamado a reflexionar sobre la masculinidad interpretada desde el punto de vista femenino.

En entrevista con La Jornada, la artista habló sobre sus ideas de trascender los tabúes de los géneros para invitar al público, en especial a los hombres, a repensar los estigmas que padecen por el machismo.

Años después de su observación en la infancia, visitó Milán, Italia, donde me di cuenta de que dominaban las efigies masculinas. De ahí me enfoqué a analizar la figura de los hombres en el arte, refirió.

Una de las obras que la llevaron a realizar esta reflexión fue la comparación de dos versiones del cuadro Judith y Holofernes, una de Michelangelo Caravaggio, en 1598, y la otra de Artemisia Gentileschi, en 1613, respectivamente. En la pintura está plasmada la decapitación del general asirio, quien fue asesinado por la mujer para frenar la invasión del imperio de Nabucodonosor contra los judíos.

La clave está en el contraste y la diferencia de la musculatura, reveló Quezada. En la representación de Caravaggio, la musculatura de Holofernes es delineada: es un hombre fuerte que se resiste a la agresión. Con Gentileschi, el soldado se ve indefenso, no puede oponer resistencia; en cambio, Judith tiene una postura amenazante.

Ese es el eje de la obra de Fabiola Quezada: interpretar la masculinidad de los hombres. Los figura como flores, con el manejo de la dualidad de lo fuerte y lo frágil que pueden ser. El patriarcado afecta a las mujeres, pero sobre todo a los hombres. Es una reflexión que nunca hay que olvidar.

“Europa no está tan alejada de esta situación; cuando gané un premio en 2004, en el cual los pintores eran anónimos y sólo se revisaban las obras, los jueces se referían a mí como si fuera varón, y realmente se sorprendieron de que fuera mujer. Como mis cuadros han sido de figuras masculinas desnudas, creo que pensaron que forzosamente tendría que ser un ‘él’”, apuntó Quezada.

La pintora concluyó que lo principal es que los hombres no demuestren culpa de sentir, y que no tienen que demostrar o atarse a aspectos vinculados con la rudeza: Me gusta mucho ver el lado emocional del hombre; me llama la atención verlo en su sensibilidad, ver que siente como yo; a eso debemos aspirar las mujeres: a sentirnos uno con ellos.

Otra de sus grandes influencias fue el escritor chileno Roberto Bolaño, con su obra 2666, uno de cuyos capítulos se basa en los feminicidios cometidos en Ciudad Juárez.

“Si el hombre –y en un futuro espero sea así– no tuviera que hacer gala de su fuerza para demostrar su valía, ayudaría mucho a exterminar el machismo; todo mejoraría”, indicó la artista.

Otro enfoque en mi trabajo pictórico es una reflexión que llamo construcción-deconstrucción. Durante el proceso creativo empiezo con bocetos y fotografías de modelos tanto en el estudio como al aire libre. Después, descompongo lo que empecé y elaboro versiones con técnicas como acuarela, óleo, acrílico o digital. De este modo, construyo una nueva representación del hombre o deconstruyo el concepto de machismo, aseguró Quezada.

El público italiano pudo reflexionar sobre la transformación de la perspectiva de una mujer hacia la masculinidad; la pintora aseguró que la sociedad de ese país todavía arrastra aspectos restrictivos y discriminatorios hacia el género femenino, herencia del tradicionalismo, pero que está cambiando gracias a la participación de muchas artistas nuevas.

L’Uomo a Nudo permaneció hasta el 7 de agosto en el Isola SET del Palacio de la Regione de Milán, Italia, país con el que México cumple 150 años de relaciones diplomáticas.