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El joropo de la derecha
E

stados Unidos apoyado por la Unión Europea (UE) lidera un golpe de Estado en Venezuela contra Nicolás Maduro. La derecha y la ultraderecha de los países de Occidente, del centro y la periferia, unidas acaso para siempre –incluidas las derechas mexicanas–, bailan al unísono un joropo gringo tergiversado que les toca Washington. Nadie ignora el motivo del golpe: apropiarse de las mayores reservas de petróleo del mundo. Vente Venezuela (VV), partido de la golpista María Corina Machado, muestra su cara verdadera: por enésima vez ha demostrado su absoluto divorcio respecto a la democracia. Montó un ataque masivo al sistema cibernético electoral, que ha retrasado el trabajo del Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela, mientras le demanda la entrega del total de las actas electorales. Lo hacen también EU y la UE con total desfachatez. VV ha armado además una semana de brutales actos de violencia contra centros educativos y hospitales, y ha destruido cientos de módulos de policía.

El joropo, escrito por Antony Blinken, así va: A la luz de las abrumadoras pruebas, está claro para Estados Unidos, y especialmente para el pueblo venezolano, que Edmundo González recibió el mayor número de votos en las elecciones presidenciales del 28 de julio. Cinismo a rajatabla típico de las derechas. Abrumadoras son la amenazas del imperialismo gringo. Blinken carece de prueba alguna. Si la tuviera ya la habría mostrado. Pero Blinken dio así la orden a las derechas del mundo y éstas obedecieron acuciosas a respaldar la narrativa imperialista: el dictador Maduro quiere robarle la elección a Edmundo González (el titerito).

El joropo de Blinken sigue así: Hemos consultado con socios y aliados de todo el mundo, y aunque los países están reaccionando de manera diferente, ninguno ha concluido que Maduro recibió la mayoría de los votos. Por supuesto ni EU ni ningún otro país puede concluir nada sobre la elección venezolana: es atribución legal del CNE, y de nadie más. La orden gringa era, no obstante, para ser acatada sin fisuras. Las derechas del mundo occidental, por tanto, desataron los canales de televisión, la prensa, los desplegados de abajofirmantes, las plumas mercenarias. Todos contra Maduro, un presidente del pueblo venezolano, odiado y repudiado por las derechas del mundo occidental.

El problema con el joropo de Blinken es que el sistema electoral del CNE ha sido reconocido como uno de los más seguros del mundo. Siguiendo su cronograma reglamentario, el viernes pasado refrendó y precisó el resultado electoral: con 96.87 por ciento de las boletas escrutadas, Nicolás Maduro ganó con 51.95 por ciento de los votos. Este resultado sin duda será confirmado una vez que el CNE publique el total de las actas. La normatividad prevé hasta 30 días para que el CNE termine su trabajo pero, debido a las circunstancias, está apresurando su tarea. No está de más apuntar que en México, el INE, dos meses después de la elección, no termina aún su trabajo, no ha declarado su resultado final, y no tenemos aún presidenta electa; y nada hay fuera de sus tiempos reglamentarios. Pero en Venezuela debiera haber ocurrido ipso facto.

La derecha venezolana, y Blinken, voz cantante de turno de las derechas del mundo occidental, como es evidente, no están para oír razones. Se trata sin más de derribar a Maduro, un dictador que ha ganado todas las elecciones a las que se ha sujetado, en términos de ley.

Felicitamos a Edmundo González Urrutia por su exitosa campaña, manifestó Blinken. Ahora es el momento para que los partidos venezolanos comiencen las discusiones sobre una transición respetuosa y pacífica de acuerdo con la ley electoral venezolana y los deseos del pueblo venezolano. Palabras cínicas que requieren traducción: Maduro, vete ya, el pretróleo venezolano nos urge, es nuestro porque nuestro es lo que nos dé la gana; tenemos la fueza bruta para robarnos el petróleo, como lo hicimos con las reservas de oro que Venezuela tenía depositadas en el Banco de Inglaterra. La conjura de las derechas está a la vista, pero no pasarán.

Como siempre, las derechas de mundo han asumido, naturalizándolo, el cerco económico que EU y socios impusieron a Venezuela. En marzo de 2015 Barack Obama firmó la Orden Ejecutiva número 13692, que declaró ante sí: Venezuela es una amenaza inusual y extraordinaria para EU, tras lo cual le impuso sanciones. En acto de obediencia inmediato lo hizo también Canadá, la Unión Europea y Suiza, Francia, Reino Unido, entre otros países, acumulando 929 medidas coercitivas, más la confiscación de activos en el exterior por más de 24 mil millones de dólares. La brutalidad imperialista ha impulsado la emigración y, como siempre, la población más pobre ha sido la más afectada.

Las derechas, de otra parte, alcanzaron una alta votación. Venezuela está dividida: hay dos grandes fracciones irreconciliables. El pueblo tiene el poder del Estado, y las derechas no lo admiten. Dos proyectos en inevitable discordia. Difícil futuro.