Diógenes y el capitalismo
a frugalidad no va con el capitalismo. Entre menos se consuma, menos crece la economía. Nuestra realidad sería distinta si prevalecieran las prácticas de Diógenes de Sinope. Este personaje, que vivió entre los años 412 y 323 antes de Cristo, tenía pocos bienes: una manta, un cazo y un tonel, utilizado como vivienda. Junto con Antístenes, su maestro, desarrollaron el cinismo, cuyo significado se liga a los perros, al vivir como perros de la calle, sin trabajar ni desear cosas superfluas.
Este estilo de vida, con un consumo mínimo, también está presente en otras filosofías, como el ascetismo, que limita placeres y bienes materiales; y con el estoicismo, que se orienta a la sencillez y la sobriedad. Según este último pensamiento, la libertad y la tranquilidad se alcanzan al no obsesionarse por las comodidades materiales.
En sociedades pre capitalistas, como la feudal y la esclavista, la limitación en el consumo era algo bien visto; incluso, se ligaba a la vida de santo
, porque la baja producción limitaba el acceso a bienes y servicios abundantes. Mientras los ricos podían consumir de todo, los pobres apenas contaban con lo mínimo para sobrevivir y en las malas cosechas padecían hambrunas.
Sin embargo, con el capitalismo la producción de bienes se multiplicó y la mentalidad se transformó. La demanda de mercancías se convirtió en una obsesión y en la base del capital, ya que quien no trabaja y no compra no genera riqueza. Pero la frugalidad franciscana no es adecuada para los dueños de las empresas.
Se podría vivir con lo mínimo necesario o a través de la producción para el autoconsumo (sin pasar por el mercado). Sin embargo, una realidad de este tipo frena el avance de la productividad, de la tecnología y de la ciencia, porque si no hay demanda no crece la producción.
El mercado manda en nuestra sociedad y atrás del mercado está la competencia para generar bienes y servicios de mejor calidad y al menor costo posible. De esta manera se incrementa la riqueza en este sistema económico.
Para bien y para mal, el capitalismo tiene como sustento el incremento de las ventas de bienes y servicios. Quien esté en contra de este sistema lo mejor que puede hacer es reducir la compra de mercancías.