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El Haragán y Cía ofreció un concierto a ex reos y familias

En el Complejo Cultural Los Pinos, el referente del rock urbano cantó temas del imaginario colectivo

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Gocen de la libertad que ya tienen, llamó Luis Álvarez a los asistentes a su tocada en Chapultepec.Foto Cristina Rodríguez
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Gocen de la libertad que ya tienen, llamó Luis Álvarez a los asistentes a su tocada en Chapultepec.Foto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Martes 6 de agosto de 2024, p. 7

En el Complejo Cultural Los Pinos, cinco humanos aglutinados en El Haragán y Cía, referente del rock mexicano, entregaron un regalo envuelto con música.

El presente contenía una esencia especial: la libertad, ésa que permite vivir una tarde como la que ofreció el domingo el combo liderado por Luis Álvarez, uno de los mejores letristas del género, que ejecutó un concierto con perfume sublime.

En el recinto de Chapultepec, Álvarez –fundador de esta banda que expresa desde hace 34 años el sentir cotidiano del barrio– y sus compañeros (Francisco Yescas en la guitarra, Christian Rodríguez en el bajo, Levith Vega en la batería y Juanito en el saxofón) hicieron cantar y gozar a egresados de centros penitenciarios y sus familias, a seguidores de toda la vida y a uno que otro que por casualidad se enteró de que en el ex helipuerto se podría escuchar a esta agrupación que hace blues, rocanrol, punk y hasta rockabilly, pero más aún, canta letras del juglar contemporáneo Álvarez.

La música de El Haragán es la banda sonora de vida de muchos, y le puede gustar tanto a un chavo de Ecatepec o Neza como a uno de Coyoacán.

Parte del acervo de la Fonoteca

Viene de la tocada marginal pero ahora se puede oír hasta en la Fonoteca Nacional, que en su acervo tiene las rolas de Álvarez, soñador y aguerrido creador de emblemáticas piezas como Basuras o ¿Qué va a ser de el Dios? que en el concierto fueron coreadas por todos.

La banda se presentó en el contexto del Tercer Festival para la Libertad, organizado por el Instituto de Reinserción Social del gobierno de la CDMX, donde creó un ambiente por demás espléndido y de emoción para los que ahora pueden ver el sol, las nubes y escuchar los sonidos de la calle, pero sobre todo, estar con sus amados y abrazarlos, además de vibrar con un grupo que conocí adentro y ahora veo en vivo, como dijo a este medio Carlos, quien estuvo guardado mucho tiempo.

¿Qué mejor regalo que ver al mejor grupo de rock en México en libertad? expresó por su lado Tomás, otro ex interno, quien con su familia degustó un grupo esencial en el ecosistema del rock nacional, que gesta una serie de reflexiones del rutinario caos citadino, pintando en el imaginario colectivo historias convertidas en melodías, como anuncia la propia banda. O sea, un haragán muy chambeador, que lo mismo se ha rifado en tocadas en barrios de Tlalnepantla o Naucalpan, que en el Teatro Metropólitan, el desaparecido Toreo de Cuatro Caminos, la Plaza de Toros México o el Madison Square Garden, de Nueva York.

Gocen de la libertad que ya tienen... Cero fallas, si no, de regreso a la escuelita, dijo en tono irónico Luis Álvarez, y luego se escuchó el rocanrol a todo decibel por medio de sus ejecutantes, que se entregaron totalmente.

Esta banda peculiar ha tocado en todo sitio, desde un cabina de radio y centros penitenciarios, hasta grandes estadios. También en un polvorín, como recuerda Eli, presente en el concierto y quien ha sido fanática de El Haragán y Cía desde los cuatro años (ahora tiene 40). Recuerda una tocada en su barrio, San Juan de Aragón, en los años 90, cuando por el precario piso de tierra seca todos los asistentes salieron con las caras empanizadas de polvo.

Lo chido es donde te sientas bien y puedas contactar. Todo es según el momento y la gente. De pronto, un lugar que está erizo se puede convertir en una fiesta. Puedes estar en el Salón Espacio 5, de Neza, el polvorín del Centro Cívico de Tlalnepantla o en El Plaza Condesa, dijo Álvarez a La Jornada en una entrevista de 2012.

El concierto de Los Pinos destacó por su calidad sonora, pero sobre todo, por las letras, en las cuales ha plasmado una realidad emocional y cultural. A Álvarez lo han calificado de retratista social, pues con cada una de sus canciones invita a la reflexión y a la imaginación, como Chamuco, dedicada a esos chamacos que se portan mal, la cual se escuchó cabronamente.

¿Cómo se siente la libertad?, insistía el cantautor, que con su grupo tiene 16 discos, numerosas colaboraciones y varias participaciones en películas, además de unas 20 giras por Estados Unidos.

Tras su comentario, soltaron Aburrida vida, con Juanito en el saxofón. ¿Cómo se sienten para el slam?, un slam familiar, digo, preguntaba el roquero a los aistentes para avisar que la rola clásica de punk-rock Juan el descuartizador retumbaría por los jardines.

Covers

A la vieja usanza de artistas que conectan y hablan con su audiencia Luis –quien se describe como una montaña rusa de emociones; mi vida está en el espacio que hay de una canción a otra de un vinilo, en el silencio de éste; ahí soy, ahí existo–, hizo otra pregunta al respetable: ¿Quieren cantar? Y todos lo siguieron con un cover de Kumbala, que precisamente habría sido interpretada por él una noche antes como invitado de Malditos de Corazón, en el homenaje que al músico Sax, en el Teatro de la Ciudad.

El Haragán también invitó a subir al escenario a Carlos Roldán, de Los Gatos Rocabilly, para echarse dos rolitas al estilo de esa banda: Bajando la esquina y Trenes y gatos (colaboración entre las dos agrupaciones).

La agrupación escuchaba la petición del popular tema Basuras. Complació con ése y otros representativos del grupo, como Morir de noche y Purgante de amor, coreadas por todos. Ya en la recta final, dedicó otro cover, ahora uno de Alex Lora, Nunca digas que no.

Mientras Álvarez se despedía, el público elevaba su energía para gritarle que no se fuera. Cantaron entonces ¿Qué va a hacer de el Dios? y A esa gran velocidad, dos canciones más que no podían faltar del oriundo de Tlalnepantla, que componía e interpretaba sus rolas en el transporte público de la Ciudad de México en los años 80.

Por cierto, Álvarez Martínez debutó siendo adolescente en un concurso de talentos.

El apodo de El Haragán le fue dado por una canción del mismo nombre. Luego de tocarla en un festival, el locutor del acto se confundió e invirtió los títulos de autor y tema: Les presentó a El Haragán con la canción Luis Álvarez.

El grupo cerró con un himno: Él no lo mató, dedicada a un muchacho al que se le hizo fácil sacar un puñal y robar, lo que conectó a varios presentes que, gritaron, cantaron, pero sobre todo, reflexionaron que todos en ese momento estábamos en libertad escuchando a El Haragán.