on la presentación del informe sobre las finanzas públicas al segundo trimestre de 2024 y la estimación del PIB, el proceso de construcción del paquete económico de 2025 puede empezar a mostrarse. El registro al primer semestre permite contar con estimaciones más precisas del cierre del ejercicio presupuestal de este año. Los elementos que resaltan son: el crecimiento del PIB se desaceleró a una tasa anual de 1.1 por ciento, que se aleja mucho de la estimación oficial de 3 por ciento; el dinamismo del PIB está sostenido por la demanda interna, por el consumo y destacadamente por la inversión privada que creció 17.5 por ciento a tasa anual; la inflación es menor que hace un año, pero la del segundo trimestre es mayor que la del primero; los ingresos presupuestarios son ligeramente superiores de los presupuestados y el gasto público se mantuvo en línea con el presupuesto; el déficit fiscal llegará a 5.9 por ciento del PIB; la deuda pública cerrará el año en condiciones sustentables al representar 47.2 por ciento del PIB.
Con esta información, que da cuenta de que las cosas siguen estando bajo control, aunque están lejos de ser las esperadas, se está construyendo el paquete económico 2025. Del paquete de 2024, resaltaba que el gasto público se presupuestaba en 9.02 billones de pesos y los ingresos públicos en 7.3 billones. Consecuentemente se preveía un déficit fiscal de 1.72 billones de pesos, equivalentes a 5.2 por ciento del PIB. Al avanzar el año la estimación del déficit se elevó a 5.9 por ciento del PIB. Por supuesto, hubo que financiar este déficit con deuda pública. Dado este resultado, en la construcción del paquete económico para 2025 se ha fijado como una de las metas importantes reducir el déficit fiscal a 3 por ciento del PIB. Esta consolidación fiscal puede conseguirse de dos maneras básicas: reduciendo el gasto o aumentando los ingresos; o bien una vía combinada: reducciones de gasto/aumentos de ingresos.
Lograr esta consolidación fiscal exige que se expliciten acciones de ambos lados de las finanzas públicas. La virtual presidenta electa ha comprometido que los programas sociales no sólo permanecen, sino que habrá aumentos a raíz de, por ejemplo, reducir la edad a 60 años para que mujeres reciban la pensión del bienestar. Es posible suponer que del lado de la inversión pública se plantee reducirla, ya que las obras emblemáticas del sexenio habrán concluido. Pudieran reducirse, además, algunos gastos derivados de una segunda etapa de la austeridad republicana, que permitiría eliminar egresos que se consideran innecesarios, como los destinados a algunos organismos autónomos, pero los recortes mayores ya ocurrieron de modo que sería reducciones marginales. De modo que no alcanzarán para cumplir la meta de consolidación.
En 2025, el gasto público seguramente llevara a que de los 9.02 billones presupuestados para 2024 se llegué a por lo menos 9.5 billones. Con este monto de gasto, para lograr la meta del déficit el punto relevante es el ingreso público. La pregunta es qué habría que hacer para que los ingresos públicos llegaran a un poco más de 8 billones, de modo que el déficit fiscal pudiera ser de 1.5 billones, equivalente aproximadamente a 3 por ciento del PIB. Este incremento de ingresos puede obtenerse en los tributarios o en los no tributarios, provenientes de todos los tipos de impuestos o de los ingresos de Pemex, CFE y también del IMSS y el Issste.
Sheinbaum ha reiterado que no habrá reforma fiscal, de modo que la captación de ingresos tributarios solo crecerá proporcionalmente al incremento de la actividad económica, que sabemos no será mayor al 2 por ciento. Pudieran conseguirse ingresos tributarios adicionales por la mejora en la eficiencia tributaria, pero estos posibles ingresos adicionales están limitados y no pueden considerarse decisivos para conseguir el objetivo buscado.
De modo que la posibilidad de que la meta de consolidación fiscal pudiera lograrse parece complicada. Una vía que el gobierno ha aceptado es la que se ha abierto con la propuesta de Brasil en el G-20. La propuesta de Gabriel Zucman para gravar a los milmillonarios del mundo está en una etapa inicial, pero México estará presente en esas discusiones y está abierto a considerarla. Los 14 milmillonarios mexicanos, que tienen nombre y apellido, se apropian, de acuerdo con Oxfam, de 8.18 de cada 100 pesos de la riqueza nacional privada. Los otros 293 mil 966 millonarios se quedan con otros 51.67 pesos del total de 100. Los demás apenas tenemos 40.15 pesos de 100. Una propuesta que puede plantearse es acordar con algunos de ellos un impuesto especial en el tono del propuesto por Zucman para colaborar con el bienestar nacional.