Ganado, por encima de los alternantes
Lunes 29 de julio de 2024, p. a35
Hay ocasiones, como la de ayer, en que uno necesariamente tiene que ponerse en los zapatos del ganadero, reconocer tantos esfuerzos y tanto dinero invertido –también los toros comen a diario–, darle la enhorabuena seguida de un sincero pésame por el desempeño de los alternantes, como ocurrió el mediodía de ayer en el coso de Insurgentes, adonde el ganadero Raúl Cervantes envió cinco ejemplares con edad y trapío, unos más complicados que otros, pero todos con la emoción que sólo da la bravura. Por eso causa escozor cuando taquilleros y boleteros, tratando de ser amables, sueltan un que se divierta
, cuando a los toros, en el mejor de los casos, el público va a emocionarse o, como decía Federico García Lorca, a gozar sufriendo
.
Hicieron el paseíllo el capitalino José María Mendoza, con una novillada toreada en lo que va del año, Rafael Soriano, de Zacatecas, con dos festejos, y Manolo González, de Saltillo, con tres tardes en siete meses. Y así es casi imposible hacerle fiestas a un toro, sea exigente, resabiado o noble, por lo que la terna sudó el terno a la hora de ponerse delante de las reses.
Abrió plaza Agradecido, con 443 kilos, negro lucero, bien puesto y alto de agujas, que tomó dos varas y llegó a la muleta sin humillar y desarrollando sentido, por lo que tuvieron mucho mérito dos tandas de naturales de Mendoza en los medios, aunque lo conducente habría sido un toreo por la cara doblándose con el astado y sometiéndolo con muletazos de poder a poder. Tras un pinchazo dejó media estocada caída. Su segundo se llamó Consentido, del hierro de San Marcos, bonito y chiquito, al que el capitalino recibió con chicuelinas y bello remate antes de que provocara un tumbo. Llegó a la muleta algo tardo y con escasa transmisión, lo que no impidió que Mendoza consiguiera algunas tandas de derechazos en los medios, aunque sin ajustarse. Al encuentro dejó una estocada entera, lo que bastó para que el juez de plaza soltara una oreja que fue ruidosamente protestada.
Rafael Soriano, segundo espada, sustituyó su falta de celo y de sello con dos pares de banderillas decorosos. Pero al precioso y alegre castaño que le correspondió se le ocurrió ir a rematar en el mismo burladero roto la semana anterior, dejando en la arena su pitón derecho. El juez, en lugar de cambiarlo, permitió su lidia. Para colmo, Soriano intentó torearlo por el lado donde no había cuerno, lo que provocó una fuerte silbatina del indignado público. El novillo fue aplaudido en el arrastre.
Con su segundo, Suertudo, Soriano estuvo aún peor, pues no supo aprovechar la suave embestida del astado, que regresó vivo a los corrales al sonarle a Rafael los tres avisos. Tendrá que meditar mucho sobre su porvenir en los ruedos.
Por su parte, Manolo González enfrentó primero a Acomedido, que por honrar su nombre fue a caer en una contrabarrera al intentar llegar al tendido. Cuando al fin regresó al ruedo, González se dobló muy bien con el capote y remató con torería. Tomó el astado dos puyazos y llegó a la muleta con una embestida descompuesta. Al intentar uno de pecho este Manolo fue aparatosamente prendido. Consiguió muletazos por ambos lados sin atinar a cruzarse, por lo que faltó continuidad. Ejecutó tres muletazos por alto y un precioso desdén. Su esfuerzo fue evidente y si no se pone pesado con la espada hasta una oreja habría obtenido.
Cerró plaza Motivado, otro bello ejemplar alegre, pronto y fijo. Luego de tres verónicas con profundidad coreadas por el público, González prefirió el recurso de las chicuelinas, perdiendo otra oreja por pinchar. Se ordenó merecido arrastre lento a los despojos del novillo.