La gentrificación en la Ciudad de México ha dejado desalojos, rentas caras de viviendas y ausencia de chile serrano –o poca cantidad– en la salsa mexicana o pico de gallo en algunas taquerías para que no pique a los comensales extranjeros que residen en la colonia Roma.

La profesora jubilada Maricela Jasso López, quien desocupará el departamento ubicado en una casa en la calle Puebla 267, que su familia rentó desde hace 40 años, explicó que el nuevo dueño decidió que la propiedad se convertirá en un espacio destinado para alquiler de corta estancia o venderla a alguna inmobiliaria, por lo que la renta que paga desde hace varios años de 7 mil pesos, es insuficiente para cubrir la renta de otra vivienda, que en la zona alcanzan un promedio de 30 mil pesos.

Ante ello, apremió a las autoridades capitalinas y a los legisladores a crear leyes para que no te suban la renta de un momento a otro, al señalar que la farmacia o la tienda de abarrotes de la esquina han cambiado por restaurantes o boutiques de lujo, lo que ha encarecido el estilo de vida en la colonia.

Jasso López dijo que pondrá a la venta sus pertenencias y artesanías que realiza en un bazar en los próximos días, a fin de tener recursos para hallar algún lugar donde mudarse con su nieto de ocho años.

En un recorrido por calles de la colonia Roma, en la alcaldía Cuauhtémoc, se constató que el costo de los alquileres de departamentos es de 30 mil pesos, sin espacio de estacionamiento; para oficina de 34 mil 800 pesos, y si se trata de comprar, el precio mínimo es de 6.6 millones de pesos.

En diferentes taquerías se consultó a los trabajadores si habían modificado sus menús o las salsas, pero sólo algunos coincidieron en señalar que a la elaborada con jitomate, cebolla y cilantro finamente picados se le pone chile en menor cantidad o de plano nada.

En cambio, señalaron que se mantiene la esencia de la salsa roja, verde y de chile morita, porque a decir de un trabajador de un negocio en avenida Álvaro Obregón: es la que da sabor a los tacos.

Alberto López, quien labora desde hace 20 años en la fonda Lupita, comentó que no hemos cambiado los ingredientes de la comida ni lo picoso de las salsas, siguen igual, y a veces a los extranjeros hasta les gusta así .

Indicó que en el negocio no ha sido necesario presentar el menú en otros idiomas a los comensales extranjeros, que en un día acuden de cinco a 10 personas; sin embargo, señaló que una aplicación en el celular resuelve los problemas de comunicación derivadas del idioma diferente de los visitantes.