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Académicos temporales, examen único: UAM y UNAM
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a UAM y el sindicato académico y administrativo (Situam) están por dar un importante golpe a la precarización académica, pues, si todo avanza, los profesores temporales que han vivido años con contratos de tres meses, podrían alcanzar al fin una plaza definitiva. Y para la UNAM y otras instituciones, la virtual presidenta Sheinbaum ya ha anunciado el fin del examen único de la Comipems, lo que significa un importante cambio en el horizonte del ingreso a nivel metropolitano y nacional. Es cierto que faltan las urgentes modificaciones que requiere una Ley General de Educación Superior, cuya concepción y redacción, en mucho, estuvo a cargo del PAN y de su visión privada del derecho a la educación, pero ambas decisiones son muy significativas.

En el caso de UAM, después de 40 años de insistencia sindical, autoridades y el gremio de los trabajadores han decidido construir una trayectoria cuyo primer paso, ya concluido, consistió en elaborar un informe bilateral sobre el tema y plantear un procedimiento que dé respuesta a la precarización humana y académica con que durante medio siglo ha vivido la UAM. Previo acuerdo de las secretarías generales de la UAM y Situam, y si no se oponen las y los académicos, estudiantes y autoridades que integran el Colegio Académico (consejo universitario), las y los temporales que, en términos generales, además de sumar al menos cuatro años en la UAM, cuenten con un número de contrataciones consecutivas en el mismo departamento, podrán tener acceso, en primer lugar, a ocupar la plaza en un concurso de oposición.

Lo anterior es una excelente manera de celebrar un aniversario de cinco décadas de la Universidad Autónoma Metropolitana y una manera también de reparar el golpe que en 1985 significó para la propia casa de estudios y para un número de académicas y académicos bilateralmente preseleccionados el hecho de que el entonces rector se desdijera ante el Colegio Académico del acuerdo bilateral ya firmado y así se eliminara el punto de la orden del día.

En el caso del examen único, la virtual presidenta Sheinbaum también responde a una insistente demanda de 30 años de maestros y estudiantes de la Coalición Trinacional en Defensa de la Educación Pública y de los estudiantes agrupados en el MAES (Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior), que desde 1996 retomaron la indignación de madres y padres de familia contra esa prueba, así como la angustia y esperanza de cerca de 9 millones de jóvenes mujeres y hombres adolescentes egresados de secundaria obligados a someterse a ella.

Un examen de clasificación de las y los mejores o también garbanzos de a libra, como los llamaba el entonces director del Ceneval, ente privado encargado de diseñar y aplicar el examen al que los jóvenes endilgan el nombre de confusión múltiple y que, por su origen en los oscuros años 20 del siglo pasado en Estados Unidos y por la filiación supremacista de la entonces llamada ciencia de la medición humana una y otra vez identifica como mejores o más aptos a los jóvenes (y no tanto a las jóvenes) procedentes de la educación privada fina, de familias con buenos recursos y de zonas residenciales. De tal manera, por ser mujer, de la periferia, de extracción popular –como se dice– y de escuela pública, a la mayoría ese examen les garantiza que no traspasarán la frontera de clase y en lugar de ir a la UNAM o al Poli serán enviadas a un Conalep, a algún Colegio de Bachilleres académica y laboralmente desprovisto o a un Cetis a estudiar aire acondicionado. Acabar con el dispositivo de clasificación y distribución clasista de la demanda que es este examen metropolitano es un excelente comienzo hoy en la educación pública, pero no es el final. Termina con un negocio concesionado al Ceneval (hasta ahora dirigido por funcionarios de la SEP), pero no con sus efectos en millones de alumnos.

Continuará la discriminación en el acceso a las escuelas de la Universidad Nacional Autónoma de México e IPN si no se hace algo para cambiar. El Poli depende directamente de la SEP, y puede dejar de utilizarlos. La Universidad Nacional Autónoma de México, a su vez, acaba de anunciar con seriedad y con un nombramiento especial, que realizará cambios institucionales. Al desaparecer el examen único termina el compromiso de la UNAM con la Comipems de usar una prueba similar estandarizada.

Y se vuelve posible entonces revalorar en la UNAM si conviene continuar con esa práctica, cuando ha resultado sumamente traumática, sobre todo para las jóvenes mujeres (suicidios en 2003) y releer la norma con otra perspectiva. Valorar que el reglamento universitario no obliga a usar el examen estandarizado y, por el contrario, lo excluye. Pide que se use una prueba escrita y en el estandarizado nada debe escribirse, ni siquiera el nombre, se rellenan círculos. Cambios, por supuesto, dentro de las limitaciones de cupo.

UAM-X

Adiós al compañero Francisco Piñón, fundador y dirigente del Situam, brillante y siempre comprometido filósofo y académico.