Opinión
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Isocronías

El tino a tientas

T

odo tema, de acuerdo, es un todo; pero no digas todo de ese todo. De ese todo, de ese tema, el que hayas elegido, di –y tan sólo– su totalidad.

Sorprenderse no del poema que hace uno, sí de lo que el poema hace en uno.

En Saúl Yurkiévich encuentro este término: la literatura literaria, que es como decir la escritura bien portada, correctamente instalada en su afán de productividad, casi de plusvalía… No busques, por favor, eso, que medio equivale a ponerse traje de ceremonia para escribir.

¿Quién soy yo / si no soy yo sino el poema / que me dice?

De no pasar por el filtro del arte, la sinceridad, en poesía, no es ni siquiera sinceridad.

Ejercitar el tino a tientas, a ciegas, exige, me parece, toda actividad poética.

Podrá no todo ser, pero de ayuda, acaso mucha, sirve procurar –y, si se puede, conseguirla– la unidad entre lucidez técnica y lucidez emotiva, a la hora del poema sentir lúcidamente, lúcidamente obrar.

Leo en Antonio Martínez Sarrión, español, que la onda que propaga la lírica es lenta, y en ese sentido distinta a la respuesta que suponen los demás géneros literarios. ¿Cabe entonces, poeta, gloriarse de éxitos inmediatos –sobre los cuales, a la larga, no hay certeza alguna–?

Escribir es un mundo, y ese mundo –sea narración, pieza teatral, poema o ensayo, esa obra, en fin– debe estar, algo si no siempre indispensable, siempre, sí, recomendable, de tal manera organizado que propicie una sensación de vida no sólo en el lector, primero en el autor; sensación que a la vez que da (¿insufla?) vida, reclama, dulce o ásperamente, lo poco que nos decidimos a vivir.

La musicalidad en el poema es la memoria, el sedimento, de cuando canto fue.

Leyendo un ensayo de Esperanza López Parada, me detengo en una observación diré puntual de Derrida, según quien el poema, que suele correr el peligro de nada decir, nada diría de no correr ese peligro.

Escapa, si quieres, del significado; no escapes, te lo ruego, del sentido.

La forma, créeme, también significa, dijo el formal al vitalista, y “trabajar la forma no es sólo trabajar el significado, sino el sentido. El poema, o su efecto, para mí lo mismo, se siente a través de la forma”.