Si bien los impactos del cambio climático son un multiplicador de los desplazamientos forzados en el continente americano, sigue siendo un reto el que se reconozca este tipo de movilidad, aseguró el Instituto para las Mujeres en la Migración (Imumi). Indicó que en el caso de México se carece de datos puntuales sobre quienes llegan desde otros países expulsados por desastres naturales.

En un informe en la materia, el organismo de la sociedad civil destacó que las mujeres y las niñas son las que más padecen los efectos adversos en tiempos de crisis, ya que lidian de forma diferenciada con ellos y, a menudo, son las responsables del bienestar y cuidado de niños y personas de la tercera edad, sometiéndose a una desigualdad más profunda.

La capacidad de adaptación de las mujeres al cambio climático depende de su control sobre la tierra y el dinero; el acceso a crédito; tener buena salud y movilidad personal, afirmó.

El Imumi apuntó que desde 2009, en promedio, los desastres naturales han desplazado a más de 24 millones de personas al año, y las proyecciones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático señalan que para 2050 hasta 143 millones de personas tendrán que trasladarse como consecuencia de ello en América Central y del Sur, África Subsahariana y Asia Meridional.

En cuanto a los datos de México, señaló que a través de una solicitud de información se pidió al Instituto Nacional de Migración (INM) que desglosara el número de visas de visitante sin permiso para realizar actividades remuneradas emitidas desde 2006, por la causa humanitaria: Cuando peligre la vida de la persona extranjera por violencia o por desastre natural y el hecho se compruebe fehacientemente.

El organismo que encabeza Francisco Garduño respondió que de noviembre de 2012 a octubre de 2023, se otorgaron 143 visas humanitarias de ese tipo; 85 fueron para mujeres y el resto para hombres. Sólo ocho de éstas fueron otorgadas a personas provenientes de un país del corredor seco de Centroamérica, una de las zonas con mayor vulnerabilidad frente al cambio climático, que se extiende desde el sur de Chiapas, México, hasta Guanacaste, Costa Rica.