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Ver día anteriorJueves 11 de julio de 2024Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Atreverse a saber
D

espués de un mayo asoleado, los días de junio palidecieron entre un cielo nebuloso y lluvias ligeras. Nada qué ver con el anunciado calentamiento del planeta, al menos en París. El martes, por ejemplo, 9 de julio, cuando escribo estas líneas, oigo los truenos resonar en el cielo y la lluvia caer sin parar en la calle. Recuerdo otros meses de junio y julio más luminosos, radiantes de sol. Escucho también el ruido estruendoso de los aviones que cruzan por el cielo encima de donde vivo. Son aviones de guerra. La primera vez que los oí, cuando llegué a París, me asusté. ¿Francia había entrado en guerra y yo no estaba enterada? No, para nada. Se trataba sencillamente de los ensayos del ejército, la marina, los bomberos, motociclistas y otras fuerzas del orden preparándose para el desfile del 14 de julio, aniversario de la toma de la Bastilla por el pueblo francés y del comienzo de la revolución francesa, movimiento que repercutirá en todo el mundo, al menos en el nuestro, el Occidente.

En parte generado por las ideas de los años de las luces, como se acostumbra denominar la época de los grandes pensadores de mediados del siglo XVIII a principios del XIX, tan célebres como Jean Marie Arouet, apodado Voltaire, Jean Jaques Rousseau, Montesquieu o Diderot, el levantamiento popular conocido como la revolución francesa se expandió a toda Europa y a las colonias de estos países situadas en América, dando así lugar a los movimientos de independencia que las liberaron erigiéndolas en naciones libres.

Sapere aude”, atrévete a saber es la divisa de la Ilustración (los años luz). En su ensayo titulado ¿Qué es la Ilustración?, el filósofo alemán Emmanuel Kant responde a la pregunta expresando que la falta de Ilustración es la incapacidad de las personas para pensar por sí mismas, debido no a su falta de intelecto, sino a su falta de valor. Kant, cuya filosofía moral se centra en el concepto de autonomía, distingue entre una persona que es intelectualmente autónoma y una que se mantiene en un estado intelectualmente heterónomo; es decir, dependiente e inmaduro. Kant señala que la mayoría de las personas se contentan con seguir a las instituciones rectoras de la sociedad como la Iglesia y la monarquía, e incapaces de sacudirse el yugo de la inmadurez por falta de resolución para ser autónomos. La clave para sacudirse estas cadenas de inmadurez mental es la razón. Kant advierte, sin embargo, que los nuevos prejuicios remplazarán a los viejos.

Marcel Proust escribió, no sin su particular sentido del humor, que las modas de hoy son los prejuicios de mañana.

Es muy difícil escapar a las modas y prejuicios. Para lograrlo, al menos en parte, es indispensable aprender a pensar por sí mismo. ¿Qué es pensar por sí mismo? Es pensar. Tan simple y tan arduo como eso: pensar. Buscar en nuestra mente las ideas, los argumentos, las interrogaciones que nos son personales, que pueden estar inspiradas por la lectura de un libro o la conversación con otra persona; lectura y plática que remueven nuestras ideas fijas y dan movimiento al mecanismo capaz de crear una formulación que nos cambia nuestra mirada sobre la faz del mundo. Que nos cambia también a nosotros mismos, a cada uno en su ser íntimo. Aceptar el cambio permanente de nuestra visión de las cosas y de nosotros. Nunca dejarse estancar en un agujero o un rincón cualquiera por agradable que parezca. El tiempo terminará siempre por ejercer la usura que conduce a la vejez, y el agujero o rincón, tan deseable antes, se convertirá en el hastío que abre su brazos a la muerte.

Podría atreverme a correr el riesgo de decir: hagamos la moda, pero no la sigamos.

Sin caer en el temor de equivocarnos y, en consecuencia, abstenernos de expresar nuestras ideas, acaso debemos dejar libre eso que se llama la imaginación. Nada puede ser tan placentero como descubrir en nuestra propia cabeza nuevas imágenes e ideas insólitas. Descubrir, pues, que somos capaces de creación.