a contienda electoral en Estados Unidos (EU), la pobreza intelectual que abate la confrontación al interior de la gerontocracia que lucha por el poder y la continuidad de las guerras sin fin, ponen en evidencia la aguda crisis hegemónica de ese país y de sus pretensiones de seguir liderando al planeta.
Dentro de la desolación imperante por la falta de opción real para los electores, es un lugar común que comparten no pocos analistas pensar que si vuelve Trump a la presidencia imperial la guerra en Ucrania terminaría en 48 horas
según él y varios lo creen así por su tendencia aislacionista, con esa narrativa presuntamente pacifista que se centraría en relanzar la industrialización de EU.
Un baño de agua fría resulta el artículo de Joe Cirincione: “Trump tiene un plan estratégico para el país: prepararse para una guerra nuclear “, publicado en uno de los medios más sólidos en la temática Bulletin of the Atomic Scientists (2/7/24).
“Biden autorizó los mayores presupuestos para armas nucleares desde la guerra fría”, dice, el autor, pero un Trump reelegido intensificaría los programas de armas nucleares, destruiría lo que queda del régimen global de control de armas y probablemente desencadenaría nuevos programas de armas nucleares en mas naciones de las que hemos visto en cualquier otro momento desde principios de la década de 1960
.
Estas aseveraciones surgen de la difusión del manifiesto conservador y belicista, Proyecto 2025, coalición de mas de 100 grupos de extrema derecha liderados por la Heritage Foundation que en casi mil páginas de su Mandato para el liderazgo
, redactado por ex funcionarios del gobierno Trump, establece como uno de sus objetivos primordiales esforzarse en la deconstrucción del Estado administrativo (es decir, su devastación, un riesgoso desguace del Estado nación estadunidense, neutralizando sus funciones regulatorias y fomentando el caos) y desde luego poner en marcha la acumulación más espectacular de armas nucleares desde el comienzo de la administración Reagan hace unas cuatro décadas
, aumentado de golpe los programas de armas nucleares y destruyendo los acuerdos de control de armamentos restantes, aumentando de manera drástica los riesgos de una confrontación nuclear, preservando siempre sus ganancias.
Trump, por los costos electorales, negó conocer el Proyecto 2025, agregando que “no tiene idea quien está detrás del mismo y que hay cosas que le parecen absolutamente ridículas y abismales
. (Adriana Gómez, Ap 5/7/24). Sin embargo la tendencia militarista preocupa. Michael T. Klare, uno de los analistas contemporáneos más sobresalientes en esta temática, también lo advierte en Trump’s Pernicious Military Legacy, que como dice Tom Engelhardt en la presentación del texto, es el paso de las guerras sin fin a las guerras cataclísmicas. (Defend Democracy Press, 10/12/20). Klare señala que en materia militar probablemente Trump sea mas recordado por su insistencia en terminar con el involucramiento de EU en las guerras sin fin del siglo XXI, luego de las devastadoras campañas militares emprendidas por los presidentes Bush y Obama en Afganistán, Irak, Siria y Somalia, y si bien denuncia el fracaso de sus predecesores para abandonar esas guerras contrainsurgentes, al mismo tiempo lamenta el descuido en que se mantiene a las fuerzas armadas regulares prometiendo restaurar su capacidad de combate. Ya en el cargo, Trump actuó en esa dirección aumentando el gasto militar anual del Pentágono que escaló entre 2016 y 2020, de 580 mil millones de dólares a 713 mil millones de dólares al final de su mandato.
Otros tantos millones de dólares se le asigna al presupuesto del Departamento de Energía para la adquisición de nuevo armamento nuclear y para la modernización a gran escala del arsenal nuclear del país (ibid).
Para Joe Cirincione el arsenal estratégico de EU ya supera lo que se requiere para cualquier misión militar concebible, por lo que aumentar dicho arsenal a la escala recomendada por la Heritage Foundation desataría una carrera armamentista, debilitaría aun más las barreras de protección nucleares, aunque la erosión del régimen de control de armamentos y no proliferación no es un defecto de las propuestas, sino uno de sus objetivos centrales
y colocaría al mundo en riesgo de guerra nuclear. Ese es el camino impulsado por Trump y continuado por Biden, quien ha aumentado el presupuesto militar anual del Pentágono de 886 mil millones de dólares para el año fiscal 2024 a un monto que puede alcanzar los 895 mil millones de dólares para 2025 (Wisconsin watch.org 29/1/24). En un trabajo anterior (Joe Cirincione, La política nuclear de Biden,
Bulletin of Atomic Scientists 26/1/24) señala como Biden dejó en el camino su imagen de defensor del control de armas nucleares y con algo de retórica y algunos recortes ha mantenido la mayoría de las armas y políticas de Trump.
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