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A pesar de los años, Twain aún es un autor muy polémico

El escritor Vicente Alfonso invita a profundizar en la lectura de las obras del estadunidense

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▲ Vicente Alfonso durante la entrevista para La Jornada por la publicación de su ensayo Mark Twain: Un viaje a contracorriente, en la librería Rosario Castellanos del FCE.Foto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Jueves 11 de julio de 2024, p. 2

La lectura superficial del escritor estadunidense Mark Twain ha provocado iniciativas para censurar su obra por racista, “cuando en realidad cada vez que el narrador utiliza la ‘n-word’ (nigger) es para enfatizar esas costumbres de la época que sí eran racistas”, sostuvo Vicente Alfonso, autor del ensayo Mark Twain: Un viaje a contracorriente.

El también narrador mexicano refirió a La Jornada que existen muchos malentendidos en torno a Twain (Misuri, 1835-Connecticut, 1910) porque durante muchos años se divulgó como un autor fácil para niños y jóvenes, pero si uno lo ve a profundidad es un autor que cuestiona mucho, por lo que hay una discusión respecto a si debe ser leído o no.

Vicente Alfonso (Torreón, 1977) comentó que han aparecido muchas versiones recortadas de la novela Las aventuras de Huckleberry Finn, y concordó con la postura de Toni Morrison, premio Nobel de Literatura 1993, en que una lectura acompañada del estadunidense permite ver cosas que no se habían visto antes.

La ensayista y editora, continuó Alfonso, asumió que no se gana nada con censurar a los autores, sino que es necesario hacer lecturas apoyadas por conocedores, pues “si quieres propiciar el pensamiento crítico, hay que enseñar a esos lectores –no necesariamente niños– a leer entre líneas, porque el escritor puede decir cosas tremendas en la superficie y en realidad está exigiendo un acercamiento profundo”.

El autor, que impartió una serie de conferencias sobre Twain en la Casa Estudio Cien Años de Soledad, reunidas a modo de ensayo en un volumen coeditado por Grano de Sal y la Fundación para las Letras Mexicanas, destacó su emoción de que han pasado muchos años y sigue siendo un autor muy polémico, que provoca discusiones y sabemos que ese es el fin de la literatura: provocar discusiones y hacernos pensar.

El novelista sostuvo que Twain se dio cuenta de que la intención civilizatoria de su país pasa por encima de otras culturas. Eso lo hace sentir muy incómodo y empieza a defender desde su literatura una pluralidad, la necesidad del respeto al otro. Una visión muy avanzada.

Refirió que en las crónicas Viaje alrededor del mundo, siguiendo el Ecuador, Twain consignó que en India vio a unas niñas saliendo de una escuela con uniformes como los que se usaban en Estados Unidos o Reino Unido, aun cuando el clima y las necesidades son distintas.

El autor estadunidense dedica un fragmento muy grande de sus crónicas a India. A partir de ahí no sólo se asume como el autor que lleva mensajes, sino uno que va abrevando de todas las culturas por donde pasa. Surge un cronista de primerísima línea que aboga por la diversidad, por lo menos un siglo antes de que esos discursos se pusieran más en boga. El último Twain estaba convencido de la necesidad de la pluralidad de culturas y se ve en sus libros. Ahí sigue habiendo discusiones por debajo de la superficie que hacen que sea un autor muy vivo.

Para Vicente Alfonso hay un paralelismo entre las obras de Gabriel García Márquez y Twain, “que quizá tiene que ver con la formación de ambos como periodistas, autores acostumbrados a abrevar de lo que les rodea, de la investigación del día a día y no tanto fabular las historias como reportearlas. El primero decía que reporteaba las novelas, estoy convencido de eso y creo que Twain también lo hacía.

“Incluso comparten ciertos pasajes: en épocas de epidemia los muertos flotando en el río; por supuesto, los barcos del Magdalena en El amor en los tiempos del cólera, de García Márquez, son mucho más pequeños, pero tienen la misma importancia que en la obra de Twain.

“El Misisipi tiene una gran presencia en la vida de Twain, no sólo porque desde pequeño vivió en sus orillas, viendo pasar los barcos que definía y recordaba como palacios flotantes y soñaba con ser piloto en ellos, proyecto que logró después de dos años de entrenamiento, sino por lo que representaba geográficamente para Estados Unidos.

“Cuando logra ser piloto de barco cree que esa va a ser su vida, pero sólo ejerce el oficio dos años porque se atraviesa la guerra civil y se interrumpe el flujo de barcos por el Misisipi, cosa que le pesa mucho porque él tiene que buscar otro modo de vida, dedicarse a otros oficios.

Entonces supone que cuando sufría un bloqueo creativo era por falta de movimiento. Llega a rentar barcos en Europa para navegar los ríos con tal de vencer ese bloqueo y cada vez que sentía que un proyecto se detenía, se embarcaba. A veces no vemos la solución desde una perspectiva, pero nos movemos unos cuantos pasos y ya hay un viaje.

Vicente Alfonso concluyó que ve en Twain uno de los padres de la autoficción porque el primer personaje que cultiva es él mismo. Aún no sabemos del todo qué episodios de su vida y de sus memorias realmente ocurrieron y cuáles alimentaba como parte de la leyenda y de su figura. Le obsesiona la identidad como algo que no está fijo, sino en constante movimiento.