El futbol como espectáculo
n la sociedad moderna el espectáculo es una mercancía que deja mucho dinero. Cantantes, conjuntos musicales, deportes y otras diversiones llenan estadios y generan una gran derrama.
En este sector, como en el resto de la industria y los servicios, se han transformado las formas de producción. En el caso del deporte, no sólo se han revolucionado las técnicas, sino que de acuerdo con las características físicas, se sabe de antemano si una persona puede ser competitiva con la preparación adecuada.
En el futbol, uno de los grandes negocios en el mundo, se ha presentado un cambio tecnológico en la preparación de los jugadores, en las técnicas para atacar y defenderse, en la indumentaria y hasta en la forma de analizar jugadas a través de la revisión de las diversas tomas disponibles de cada acción importante. El posible error del árbitro se minimiza con este sistema.
El negocio en este deporte no se reduce a las utilidades en los estadios, sino que se multiplica a través de transmisiones, publicidad, apuestas y en la venta de todo tipo de mercancías ligadas al futbol.
Las ligas y equipos que tienen mayor calidad cuentan con un creciente número de seguidores y, como consecuencia, generan más riqueza a sus dueños y a la sociedad. En cambio, los torneos de segundo o tercer nivel dejan recursos exiguos. Mientras los equipos europeos valen una fortuna, los de países como México tienen un valor mucho menor.
Hay países como Estados Unidos que tienen la mentalidad de convertirse en líderes y, en consecuencia, invierten millones de dólares en este deporte. Rápidamente el futbol gana presencia, al asociarse y contratar a grandes jugadores y al estimular a los jóvenes a practicar esta actividad.
En cambio, en México prevalecen intereses mezquinos, la organización de la liga es obsoleta, le falta preparación e imaginación y ni siquiera utiliza adecuadamente la nueva tecnología para ofrecer un deporte de calidad.
Ahora que desde la comodidad del hogar se pueden ver las mejores ligas del mundo, el futbol de México ha perdido anunciantes y seguidores. Esta realidad se traduce en un negocio mediocre para sus dueños, los anunciantes y los espectadores. Por desgracia, no hay visos de que pueda mejorar.