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Antonio Juan-Marcos hace un abordaje sonoro del cuento Macario, de Rulfo
 
Periódico La Jornada
Viernes 5 de julio de 2024, p. 4

Cuando Antonio Juan-Marcos (Ciudad de México, 1979) emprendió la creación de una obra orquestal inspirada en el cuento Macario, de El llano en llamas, tenía muy presente el imponente desafío que es abordar la literatura de Juan Rulfo, sin importar desde qué terreno se haga.

Es un gran reto, porque hay una serie de connotaciones o referentes cuando pensamos en Rulfo. Pensamos en los murmullos, en el silencio y en esos ambientes áridos que son, a veces, un poco fantasmagóricos; pensamos también en el realismo mágico. Y, al mismo tiempo, que al componer uno tiene que crear su esencia en el arte que hace, en este caso, con la música, explica el compositor mexicano.

“Me inspiré libremente, por eso escogí un relato que se prestara a mucha libertad de aproximación. ‘Macario’ es un cuento muy sensorial, muy basado en los sentimientos, en la vida interior del personaje, no en una acción dramática. Lo único que sabemos del protagonista es cómo se siente y percibe. Y lo que mejor puede hacer la música es articular sensaciones y percepciones. Eso fue lo que me facilitó la aproximación al lenguaje de Rulfo, ir hacia los sentimientos.”

Tal es la historia de Canto de Macario, obra comisionada por la Orquesta Sinfónica de Minería (OSM) que tendrá su estreno mundial en el programa inaugural de la Temporada de Verano 2024 de la agrupación, cuyos conciertos serán hoy, mañana y el 7 de julio en la sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario, los dos primeros a las 20 horas, y el del domingo a las 12.

El cartel incluirá, además, la Rapsodia sobre un tema de Paganini, de Rachmaninoff, con la actuación de Lilya Zilberstein al piano como solista; La mer, de Debussy, y La valse, de Ravel, bajo la batuta de Carlos Miguel Prieto, director titular de la orquesta.

Según Juan-Marcos, lo más interesante del lenguaje del escritor jalisciense (1917-1986) es “la cadencia muy poética con la que va deshilando las palabras, esa manera en la que te lleva de una a otra y que, al final, con muy pocas dice tanto. Es una escritura, para mí, completamente cercana a la poesía, y la poesía es muy musical.

Es una escritura muy determinada por la economía del lenguaje y una musicalidad en la cadencia del mismo en la que no falta ni sobra una sola palabra. Esa es la gran característica y maestría de Rulfo. En la música pensaría yo en Brahms o Beethoven, por ejemplo; en sus sinfonías, es impresionante cómo no sobra ni falta nada.

Entrevistado, el también guitarrista refiere que, además de enfocarse en las emociones del protagonista, su manera de abordar ese relato rulfiano fue a partir de la estructura circular con la que está escrito: comienza y termina con Macario esperando a que salgan las ranas para aplastarlas, ya que no dejan dormir a su tía. Mientras espera, él nos cuenta su vida.

En Canto de Macario, busca “captar una expresión sonora del complejo y rico mundo interior de ese personaje, así como del ambiente de un pueblo marginado y hostil. Hay en esta pieza una pluralidad de elementos: un tema (cuya melodía aparece por primera vez en la flauta), que evoca la inocencia del personaje, una progresión armónica sobre la cual un solo de violín nos remite al amor de Macario hacia Felipa, así como la incorporación de elementos melódicos y rítmicos de música del folclor mexicano, como una chirimía y una alusión a la canción revolucionaría El barzón”, apunta.

De 13 minutos de duración y diseñada para una orquestación generosa, la obra hace también un uso significativo de las percusiones, describiendo a veces los sonidos de la naturaleza, otras veces reflejando el mundo exterior amenazante, y a veces representando ese tambor interior que ayuda a Macario a tener un centro emocional en medio de una existencia confusa, agrega.

La pieza navega entre la evocación de la naturaleza, la inocencia, el amor, el deseo, el pecado, la violencia, el caos exterior y la tentativa del orden interior del personaje. Cada elemento lleva su canto, sus pulsaciones, su temporalidad. Navega tal como hace nuestro personaje, detalla Juan-Marcos.

“Pienso que ‘Macario’ es un reflejo, condensado en un pequeño cuento de unas cuantas páginas, de la experiencia humana. Mi pieza trata de hacer sonoras las sensaciones de la experiencia de su protagonista: a veces una herida, a veces gozo y otras veces asombro.”

El compositor aclara que esta obra, más que narrativa o programática, es emotiva: Entonces, navega a través de las emociones como cuando lo hacemos a través de un sueño, que tal vez no lo entendemos del todo desde la lógica de la narrativa convencional, pero sí desde lo que sentimos. El sueño es la gramática de las emociones; y aquí también es eso. Entonces, busco que esta pieza sea emotiva y que así la perciba el escucha, que se sumerja en ella como cuando se adentra en un sueño y que se deje llevar por las sensaciones e impresiones.