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Golpe fallido en Bolivia dividió aún más a evistas y arcistas

Las tensiones en el oficialista MAS ponen en riesgo el Estado plurinacional

En la pelea interna del oficialismo, los odios y apetitos por hacerse de la candidatura presidencial de 2025 han sobrepasado niveles que antes no se hubieran creído, advierte la analista, quien destaca que el modelo de gobierno actual puede venirse rápidamente abajo sin un movimiento popular unido y sólido que lo defienda

Enviado
Periódico La Jornada
Miércoles 3 de julio de 2024, p. 25

La Paz. Si alguien creía que el fracaso del golpismo la semana pasada en Bolivia abría una oportunidad para reconstituir confianzas en el oficialista y resquebrajado Movimiento al Socialismo (MAS), y así generar gobernabilidad en torno a los problemas urgentes, eso fue una ilusión que se diluyó en pocas horas, dice la politóloga Susana Bejarano.

Cuando se dan los hechos, entre las 2 y las 6 de la tarde, todos los políticos hacen declaraciones que generan un cordón sanitario en defensa, no del presidente Luis Arce, sino de la democracia, junto a la gente que sale a la calle, explica.

“En ese momento –agrega– era posible pensar que en el MAS las posturas internas podían ceder y entender lo que puede ocurrir sin un bloque popular fuerte. Parecía que eso podía hacerse realidad, que el MAS se espabilaba ante la posibilidad de perder el poder, algo mucho más grande que su pelea interna. Pero eso dura exactamente tres horas, a partir del apresamiento del general golpista Zúñiga y la versión que da, que es un autogolpe”, dice.

Conforme pasan los días, ha sido evidente cómo el evismo avanzó en avalar esa explicación de los hechos, primero levemente, hasta llegar a suscribirla por completo por boca de Evo Morales. De hecho, transcurrida una semana de los sucesos, “evismo y arcismo están enfrascados en quién hace la declaración más descalificatoria del otro.

Duró muy poco la idea de unidad y se vuelve a la pelea interna, las cosas no son mejores que aquella mañana, sino que empeoran porque desde el MAS, sin condolerse que ellos fueron víctimas en 2019, blanquean una situación extrema contra la democracia, creyendo que conviene a los intereses coyunturales, advierte la politóloga.

La conclusión es que estamos en una situación cada día más compleja, los odios y apetitos por hacerse de la candidatura han sobrepasado niveles que jamás hubiéramos podido creer; el MAS está sobrepasando elementos de su propia historia e incluso la concepción del Estado plurinacional puede venirse rápidamente abajo sin una defensa a partir de un movimiento popular unido y sólido.

Una muy mala señal, explica, es que pese a sufrir en carne propia episodios que involucran a los militares como actores de la pérdida del poder y la institucionalidad democrática, esa experiencia fue insuficiente para que el evismo se resistiera a alimentar un discurso del autogolpe.

Eso indica que si las cosas ya estaban muy desgastadas la mañana del miércoles, al límite, esa noche acaban peor con un elemento muy complejo que no es la pelea intestina entre ellos por la candidatura presidencial de 2025, sino con elementos de la institucionalidad boliviana.

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▲ Durante 20 años, la oposición operó reactivamente frente al MAS, pero ahora eso no funciona en la medida en que no tiene claro contra qué y contra quién reaccionar. Hay un desorden en el campo político provocado por la pelea en el MAS, cuyos militantes ahora que podrían ser mayoría electoral, están desorientados en cómo operar la política, afirma analista.Foto cortesía de Susana Bejarano

Cómo gestionar la crisis

Cualquier posibilidad de gestionar los problemas urgentes que hoy tiene Bolivia –carencia de reservas en dólares, escasez de combustibles, abuso del subsidio a los hidrocarburos, déficit fiscal de 11 puntos del producto, bloqueo de la agenda legislativa, estancamiento de los proyectos de industrialización del litio, entre otros–, pasa por un acuerdo político amplio, que comienza necesariamente con la pacificación de la guerra interna del MAS.

Susana Bejarano plantea que en la medida en que la ruptura del MAS se profundiza y prolonga, al ser éste la estructura rectora del campo político local, es imposible abordar los ajustes y transformaciones que se requieren para atacar una crisis que define como multidimensional.

“La oposición durante 20 años operó reactivamente frente al MAS, pero ahora eso no funciona en la medida que no tiene claro contra qué y contra quién reaccionar, es completamente desordenada, un día apoya al gobierno en el Parlamento, luego al ‘evismo’. Hay un desorden en el campo político provocado por la pelea en el MAS, cuyos militantes ahora que podrían ser mayoría electoral, están desorientados en cómo operar la política”.

Sin salida

Al respecto, considera del todo necesario que el oficialismo encuentre caminos institucionales para aplacar su guerra interna, porque eso repercutiría inmediatamente en todo el campo político, dado que es la fuerza rectora.

Creo que la única alternativa viable electoralmente hablando, es una candidatura intermedia entre las partes que se comprometa a mirar a ambas, pero es muy complejo, porque no sólo no hay mecanismos democráticos institucionales para resolver la negación del otro que existe, sino que expresamente no existen voluntades.

El conflicto político-social, agrega, no va a frenarse mientras no haya un replanteamiento del estatal Modelo Económico Social Comunitario Productivo, que está presentando fallas, pero estos temas no están en debate político y la gente puede movilizarse en cualquier momento.

A los problemas no se les ha puesto cordón sanitario, en la medida que no se solucionan se abre una posibilidad de que la oposición en cualquiera de sus versiones pueda plantearle al país algo no necesariamente sesudo, sino simplemente el rechazo a lo hoy existente.