a tasa de interés objetivo que fija el banco central (tasa de interés interbancaria de equilibrio, TIIE) se mantuvo en 11 por ciento en la reciente reunión de la Junta de Gobierno del Banco de México. En este periodo de transición política no hay mucho espacio para moverse en materia de gestión monetaria. El peso se depreció 7.7 por ciento frente al dólar en junio, en buena medida como consecuencia de las expectativas adversas en materia política, aún faltando por nombrar buena parte del equipo de gobierno de la virtual presidenta electa. Aunque los puestos ya designados han aplacado las tensiones, faltan otros que son clave, como Gobernación, Defensa, Marina, Seguridad Ciudadana, Bienestar, Educación, o bien Pemex, CFE y el SAT. Sobre todo provoca aún incertidumbre la forma en que se definirá e instrumentará la reforma del Poder Judicial.
El mercado financiero del país opera con tasas de interés de referencia de dos dígitos desde fines de noviembre de 2022 y en un nivel permanente de 11 por ciento o más desde mediados de marzo de 2023. El costo del crédito ha sido muy alto por mucho tiempo, con las consecuencias que eso tiene para el financiamiento del gobierno, las empresas y los consumidores y, por otro lado, por los ingresos que genera a los bancos y otras instituciones financieras. La inflación registra un alza de mediano plazo, de enero de 2019 a mayo de 2024, de 30.5 por ciento (se puede usar la calculadora de inflación del Inegi). El Índice Nacional de Precios al Consumidor ha estado por encima del objetivo de la política monetaria (que es de 3 por ciento) desde marzo de 2021; el valor más alto se registró en agosto de 2022, con 8.7 por ciento, y el nivel bajó a 4.69 en marzo de este año. La expectativa oficial es que el índice baje al nivel deseado en el cuarto trimestre de 2025. La inflación tiene efectos agregados y duraderos que inciden sobre el nivel general de los precios, es decir, la carestía. Estas cuestiones repercuten en los niveles de bienestar, sobre todo de los niveles de ingresos medio y bajo de la población.
Este conjunto de datos conforma el entorno en que se desenvuelve la economía en cuanto al ritmo de crecimiento de la producción, el gasto privado en consumo e inversión, el gasto público y su financiamiento y, en general, en las condiciones de los agentes económicos que invierten, ahorran y consumen y, por el lado del gobierno, en las finanzas públicas. Enmarcan, asimismo, los rangos de las posibilidades en las decisiones políticas. Los inversionistas nacionales y extranjeros observarán de modo cercano la evolución de las definiciones del próximo gobierno, pero antes de que tome posesión, el primero de octubre, de lo que ocurra en septiembre con el nuevo Congreso.
En el entorno monetario y cambiario, la tasa de interés de referencia (TIIE) tiene un papel muy relevante. La tasa que paga la deuda pública, es decir, el 11 por ciento vigente, representa un diferencial muy grande frente a la tasa equivalente de los certificados de depósito que emite el Tesoro de Estados Unidos, de alrededor de 5 a 5.25 por ciento. Esa diferencia es la que ha traído abundante inversión en los instrumentos de deuda pública en el mercado local. La entrada de capitales favorece el tipo de cambio del peso con el dólar. Esos flujos son muy sensibles a los cambios en la política monetaria y a las condiciones económicas y políticas del país. Es claro que esos flujos positivos tienen un costo alto en términos fiscales y su salida puede ser muy rápida y altamente desestabilizadora.
El breve anuncio de política monetaria de la Junta de Gobierno del Banco de México del 27 de junio pasado hace una consideración llamativa en cuanto a los riesgos que advierte para la consecución de la estabilidad financiera, cuando recurre a lo que denomina factores idiosincráticos
que generan volatilidad en los mercados financieros. Idiosincrasia significa, según la RAE: rasgos, temperamento o carácter que distinguen y son propios de un individuo o colectividad. La idiosincrasia es un elemento de la actividad humana, pero existen factores objetivos que determinan las decisiones de los inversionistas en los mercados financieros.
La curva de rendimiento de los instrumentos de deuda del gobierno indica la tasa de interés que se paga por deuda de distintos plazos. En general se espera que una deuda de largo plazo pague más que una de corto plazo por el riesgo inherente en la duración de la inversión. Cuando eso no ocurre se dice que hay una curva de rendimiento invertida, que expresa que las expectativas sobre esa economía son más riesgosas en cuanto a su capacidad de pago en el tiempo. Hoy, la curva de rendimiento de los instrumentos de deuda pública en México está invertida. Mientras la tasa de interés fijada por el banco central es de 11 por ciento, la tasa de los bonos a 30 años es de 10.38, lo que incide en las expectativas de quienes invierten en ese mercado, más allá de la idiosincrasia. Una curva de rendimiento normal
expresa usualmente una situación estable y expansiva de la economía. De la misma manera, las expectativas económicas y políticas sobre el país en este momento influyen en las decisiones de inversión en deuda del gobierno, más allá del temperamento que tengan los que deciden cómo y en dónde invertir.