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Los de abajo

El retorno de la defensora Lolita Chávez a Guatemala

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ómo se regresa colectivamente del exilio? ¿Dónde se acomoda la organización en adelante? ¿Y el sufrimiento de la no-casa a la que se fue obligada, como tantas otras indígenas del continente? Lolita Chávez, defensora del territorio k’iche, quien hace siete años fue forzada a salir de Guatemala, hoy responde junto a una delegación internacional y comunitaria con la que realizó el ejercicio político de un retorno incluyente, afectivo y combativo.

Queremos decirle al gobierno de Guatemala que Lolita ha vuelto, pero no ha vuelto sola. Queremos decirle al sistema judicial que Lolita ha retornado con todas nosotras y que no vamos a permitir más represión y más judicialización. Queremos dejar el mensaje para los grupos criminales y para los que atentan contra la vida de las defensoras y de Lolita, que así como dijeron las zapatistas, hemos acordado vivir. Y vamos a caminar juntas para estar vivas, dijo Adriana Guzmán, referente del feminismo comunitario antipatriarcal en Bolivia.

Este viernes, en la Plaza de las Niñas de Guatemala, nombrada así en homenaje a las 41 niñas asesinadas en un supuesto hogar seguro el 8 de marzo de 2017, se reunieron mujeres y hombres de distintas comunidades para recibir a Lolita y a la comitiva comunitaria e internacional que fue creciendo día con día desde México hasta la capital del país que la criminalizó por oponerse a las empresas madereras que estaban saqueando su territorio.

Retorno porque no soy una criminal, reiteró Chávez en medio de una significativa ceremonia tradicional maya con la que le dieron la bienvenida y en la que participaron integrantes de algunas de las luchas más representativas del mundo: las de los pueblos de Kurdistán y Euzkal Herria; la de los pueblos zapatistas de Chiapas y las que se libran en Bolivia, Honduras y Argentina, entre otras.

Dos mujeres cobijaron este camino que rompió fronteras y caminó el mundo: la luchadora lenca Bertha Cáceres, asesinada por su defensa del río Gualcarque, y Norita Cortiñas, de las Madres de Plaza de Mayo de Argentina, recientemente fallecida y recordada aquí por su mensaje internacionalista: la única batalla que se pierde, es la que se abandona.