Noqueó hace 25 años al machismo
Se inmortaliza la mexiquense, como Muhammad Ali
Lunes 10 de junio de 2024, p. a11
Hace un cuarto de siglo, por primera vez dos mujeres boxearon en una función profesional en la Ciudad de México. Había una reticencia social a que ellas participaran en un deporte exclusivo de varones
, eso y una ley obsoleta de los años 50, impedían que la equidad de género se hiciera presente en el pugilismo.
Una de las contendientes de esa noche de julio de 1999 fue Ana María Torres, ayer incorporada al Salón Internacional de la Fama del Boxeo, en Canastota, Nueva York, el Olimpo donde resplandecen los nombres de las leyendas de este deporte, como Muhammad Ali.
El ingreso de La Guerrera a ese castillo de la élite mundial cierra un círculo que incluye, no sólo los rounds en el cuadrilátero, sino enfrentar al sexismo, los golpes bajos del machismo y las caídas a la lona por las pésimas condiciones de trabajo, que hacen difícil vivir de los golpes, pero también episodios gloriosos y la consumación de la conquista simbólica de un territorio: el boxeo femenil.
Estoy muy emocionada con esta ceremonia
, comentó ayer Ana María con la sonrisa deslumbrante que la caracterizó en toda su carrera como peleadora, y que contrastaba con la fiereza con la que asumía sus combates. Una dentadura impoluta que a veces se manchaba de sangre.
Batallé mucho para que se nos abrieran las puertas del boxeo. No fue fácil
, recordó.
No sólo agradeció a las personalidades que acudieron a la ceremonia. Ella decidió aprovechar su momento para homenajear a varias compañeras por su aportación a una causa común, la de las mujeres que se abren camino en un campo que casi siempre es hostil.
Agradezco a mis compañeras porque ellas también lucharon por hacer esto realidad. Y también quiero dar las gracias al Salón de la Fama por abrir sus puertas al boxeo femenil. Estar aquí hoy, me deja satisfecha del trabajo que hice
, expresó.
“Revela que hicimos muy bien nuestro trabajo, compañeras. Ahora ya estamos varias mujeres, entre ellas la mexicana Laura Serrano, al lado de grandes campeones, como Érik Terrible Morales y Marco Antonio Barrera.”
Cuando un pugilista llega al Salón de la Fama suele hacer un recorrido por la memoria en la que casi siempre abundan momentos difíciles. Ana María también repasó ese camino. Recordó que cuando empezaba y todo era un sendero cuesta arriba, sin desbrozar, lo más complicado ni siquiera era la adversaria, sino el ambiente social.
Hace una década, La Guerrera compartía con La Jornada que cuando empezaba todo era tan hostil que, mientras le vendaban las manos, ella temblaba de miedo y por momentos dudaba si aquello valía la pena. Trajo a su memoria aquel primer recorrido desde el camerino improvisado, pues no había vestidores para mujeres, rumbo al cuadrilátero de la Arena México. Un breve recorrido se hizo eterno bajo los insultos machistas de quienes veían una afrenta por permitir que dos mujeres ejercieran el boxeo profesional.
Ayer, Torres demostró que había ganado: a las resistencias hacia la equidad, contra los prejuicios y los estereotipos. Ayer, en el Salón Internacional de la Fama del Boxeo venció a todos. Al final, gritó con una emoción que caló a través de décadas: ¡Ya tengo mi anillo!
Una joya que durante mucho tiempo sólo fue un privilegio de varones.