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Banda Mixanteña de Santa Cecilia puso a cientos a bailar en el Cenart
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▲ Los asistentes al recinto cultural parecían exorcizar sus dolores con la música de la banda de viento, integrada por guerrerenses, oaxaqueños y capitalinos.Foto María Luisa Severiano
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▲ Los asistentes al recinto cultural parecían exorcizar sus dolores con la música de la banda de viento, integrada por guerrerenses, oaxaqueños y capitalinos.Foto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Lunes 10 de junio de 2024, p. 3

Con un recital que mostró fusión cultural, tradición musical y nueva producción, la banda Mixanteña de Santa Cecilia se presentó ayer al mediodía en el Centro Nacional de las Artes (Cenart) para llevar al público de la alegría a la reflexión, de la festividad a las piezas tristes, sin faltar el baile gozoso.

La agrupación dirigida por el músico, compositor y maestro guerrerense Alejandrino Juárez Patricio, formada en 2010 por integrantes de Guerrero, Oaxaca y la Ciudad de México, crearon durante alrededor de hora y media un ambiente de fiesta y encuentro en la Plaza de las Artes del recinto capitalino a través de la ejecución de cumbias, chilenas, boleros, columbias y la animación oral que acompaña las fiestas tradicionales.

Entre los casi 700 asistentes, según datos del Cenart, destacaban las mujeres portando orgullosas las blusas tradicionales de Guerrero y Oaxaca, con motivos florales o de aves, coloridos tejidos sobre fondos blancos, negros o verdes. La concurrencia vivió una tarde de jolgorio.

La primera canción fue una chilena típica que comenzó a elevar los ánimos entre los centenares de asistentes. El ritmo festivo con su toque ceremonial, traducido en el baile un poco solemne y a la vez alegre, fue la llamada inicial para el goce colectivo en una atmósfera calurosa que dio paso a la frescura gracias al cielo nublado.

Ya con Camino hacia el sur pareció establecerse un pacto para trasladarse a las tierras cálidas del sur mexicano. Jóvenes y mayores, mujeres y hombres ejercían su zapateado, con paliacates girando en lo alto a través del juego de muñecas constante.

Ahí sonaba la grave tambora, los timbales llamativos, el sentido y solemne saxofón, las enérgicas trompetas, la evocadora tuba, los festivos trombones y el saxón de sonidos temperados, con la dirección del guerrerense Fredy Campos.

Ánimo cálido y carnavalesco

Le siguió la interpretación de Mixanteña, de Juárez Patricio; la chilena El pilón, la jocosa cumbia El testamento, de Rigo Tovar, y la tristísima Flor sin retoño, de Rubén Fuentes. Luego de esta interpretación el ambiente se hizo más amable con el paso de una fresca corriente de aire y nubes. En ese momento se llegó a un punto alto en el ánimo cálido y carnavalesco de la festividad albergada por el Cenart.

¿Ya se cansaron?, preguntó Fredy Campos, que obtuvo por respuesta un contundente ¡No! Alejandrino Juárez tomó el micrófono para agradecer por la presencia en el recinto cultural y enviar saludos a su estado.

Las personas en esta plaza parecían exorcizar sus dolores con la música, se ubicaban en la verbena pero firmes en la tierra. Estaban presentes en el deleite. Conectaron con su cuerpo que les pedía bailar, sin importar las melodías tristes o alegres. Plenos, sonreían a diestra y siniestra o miraban concentrados mientras expresaban el ritmo con las caderas.

La banda, integrada también por Maya Flores, Jorge Mario Mendoza, Ana Cristina Meixueiro, Mitzy Dávalos Rosendo Casasola, María Fernanda Cervantes y Lucía Corbello, homenajeó a los abuelos.

Fredy Campos contó que se trata de reconocer a esas personas que les han enseñado muchas cosas todos los días. “Escribimos algo muy especial para ellos, que dice así: allá va el abuelo andando y yo tras sus huellas voy. Me dice con sus huaraches: ‘Somos de agua. Somos así de raíz, somos la gente lluvia de la tierra del maíz’. Yo ya regreso a mi pueblo, de andar por otros caminos. Miro feliz a mi abuelo desde la siembra. Sigo sembrando mi maíz pa’ cosechar. Soy libre, yo soy feliz. ¡Soy de la tierra del maíz!”