Jueves 6 de junio de 2024, p. 26
Madrid. Este domingo se llevarán a cabo comicios cruciales en la Unión Europea (UE), en los que no sólo se renovarán los 720 escaños del Parlamento europeo, sino que el desafío será frenar el avance de la extrema derecha, sobre todo en Italia, Hungría, Alemania, Francia, Holanda, Finlandia, España y Suecia, donde tiene millones de adeptos.
En juego están el futuro de las políticas de integración de los países de la UE, su proyecto para combatir el cambio climático y el sistema de seguridad y protección.
El reparto histórico de los escaños en el Parlamento europeo ha derivado en dos grandes grupos: los conservadores del Partido Popular Europeo (PPE), y los socialdemócratas, de tradición socialista.
La mayoría de las encuestas vaticinan que habrá un voto abrumador a las fuerzas de extrema derecha diseminadas en los 27 países que conforman el bloque, con discursos similares que se adaptan a las características de cada país.
La participación en los comicios europeos suele rondar 50 por ciento, cifra relativamente inferior a la de la mayoría de elecciones nacionales, en parte gracias a que en Bélgica, Bulgaria y Grecia, entre otros, el voto es obligatorio.
El éxito de la extrema derecha en las elecciones europeas es un fenómeno creciente.
Desde 2014, el mayor partido francés en el Parlamento es el Frente Nacional, de Marine Le Pen, rebautizado Agrupación Nacional (RN), y desde ese año hasta que Reino Unido abandonó la UE, en 2016, la mayor fuerza británica fue el Partido Independiente del Reino Unido, del ultraderechista Nigel Farage.
Los eurodiputados afiliados de extrema derecha representan actualmente 18 por ciento del Parlamento Europeo, pero eso sin contar los numerosos eurodiputados ultras no afiliados.
La diferencia es que este año, un aumento previsto de 36 escaños adicionales convertiría a la extrema derecha en la clave para la formación de mayorías de la próxima legislatura.
La extrema derecha en el Parlamento Europeo está dividida en dos grupos: el de Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) de la primera ministra italiana, Georgia Meloni, y el de Identidad y Democracia (ID), de Le Pen y la Alternativa para Alemania (AfD). El ECR incluye a algunos de los pesos pesados de la extrema derecha europea: el recientemente destituido partido de gobierno de Polonia, Ley y Justicia, los Hermanos de Italia de Meloni, el más grande de la coalición italiana, los Demócratas Suecos, que apuntalan el gobierno de centroderecha de Estocolmo, el Partido de los Finlandeses, que quedaron segundos en los comicios del año pasado, el español Vox, y el nacionalista flamenco N-VA, el partido más grande del Parlamento belga.
Con este panorama, la mayoría de los partidos progresistas están poniendo el acento en la amenaza real de que la extrema derecha altere con sus ideas el proyecto de integración comunitaria y dinamite algunos de sus planes, como la agenda 2030 para luchar contra el cambio climático o las alianzas de integración económica con otras naciones, como México, Chile o Turquía.