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En Guerrero, niñas enfrentan pobreza y matrimonio infantil
 
Periódico La Jornada
Domingo 2 de junio de 2024, p. 10

En el municipio de Cochoapa El Grande, Guerrero, las niñas no sólo enfrentan la pobreza y la marginación para ejercer su derecho a la educación, también son víctimas de matrimonio infantil, alertan profesores de la región Montaña Alta.

Son formas de actuar que va a costar mucho eliminar, sobre todo por la pobreza extrema, el machismo y la violencia que subsiste contra la mujer, aseguran.

Según datos del Censo de Población y Vivienda 2020, en Cochoapa residen 21 mil 241 habitantes, de los cuales 53.1 por ciento (11 mil 278) son analfabetas. De ellos, 63 por ciento (7 mil 105) son mujeres y 37 por ciento (4 mil 172) son varones.

De las 11 mil 312 mujeres del ayuntamiento, sólo 14.3 por ciento cursan la secundaria, mientras 6.7 llega al bachillerato, pero menos de uno por ciento (0.77) logra asistir a las aulas universitarias.

Diana, profesora con seis años de servicio, labora en una de las comunidades más alejadas de Cochoapa, donde residen poco más de 200 habitantes, de los cuales 80 son niños en edad de cursar educación básica.

Lamentablemente es una comunidad donde se vive mucho el machismo y se da mucho la venta de niñas. Mi labor como maestra también es ser parte de un cambio. Les habló a las niñas, a los niños y les digo que hay muchas cosas más allá de la comunidad.

Es doloroso, narra, cuando llegan al salón por una niña que cursa el quinto grado de primaria y no se quieren ir, lloran porque se las llevan. Ya saben que las van a casar por la fuerza, y a otras lo único que les dicen es que cuando terminen su primaria se tendrán que casar.

Son menores, afirma la profesora, que no se quieren casar, pero los papás se imponen. Con los padres de familia hemos tocado el tema muchas veces, pero es imposible. Por eso, lo que hacemos es trabajar con las niñas y los niños, inculcarles que tienen derecho a otra visión de las cosas, que no están estudiando para casarse, porque allá afuera necesitan un ingeniero, una enfermera, más profesores.

Maestros de la región, quienes pidieron el anonimato, reconocen que se trata de una práctica ancestral que no se ha podido eliminar; a pesar de que les explicamos, les decimos que eso no está bien. Incluso, cuando vemos a las madres que esperan a sus bebés, en cuanto sabe o cree la familia que es una niña comienza una negociación por ella, pero lo mismo le pasa a los niños, porque los casan con alguien que fue elegido por su familia. Se prometen entre las familias a los hijos.

Diana destaca que en su comunidad, como en muchas otras del municipio, las familias migran como jornaleros. Son pueblos donde la mayoría son niños y mujeres. Los hombres vienen tras migrar, muchos al norte del país para recoger las cosechas. En mi comunidad, que es muy marginada, no tenemos nada: ni luz ni teléfono, mucho menos Internet.

Luego de recorrer varias horas desde su hogar hasta la comunidad donde imparte clases, tenemos que llevar, porque somos cinco maestras en una escuela multigrado, nuestra despensa. Allá no hay comida, ni nada que comprar, así que eso también pesa en los niños, porque no siempre hay para comer y mucho menos para uniformes ni materiales educativos.