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Minería, hiperconcentración // Cero concesiones, pero falta // Palestina no puede esperar

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▲ La concentración de la minería generó fortunas de ensueño en el país.Foto Alfredo Valadez
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ercano ya el cierre sexenal, el presidente López Obrador habló de minería, un sector en el que, desde el inicio de su gobierno, canceló el otorgamiento de concesiones, con lo que recuperó territorio entregado por el régimen neoliberal (llegó a sumar 120 millones de hectáreas, 60 por ciento de nuestra geografía) al selecto grupo de barones amigo del inquilino de Los Pinos en turno, fundamentalmente, y sin beneficio para el país, a Germán Larrea, Alberto Bailleres, Carlos Slim, las trasnacionales canadienses y uno que otro consorcio foráneo.

Buena decisión, sin duda, pero a ella debió agregar un elemento fundamental: acabar con la brutal concentración en esta actividad estratégica, que hasta ahora lo que ha generado son fortunas de ensueño para un grupúsculo de empresarios del ramo, prácticamente cero impuestos, mucho trabajo informal y mal pagado, homicidios industriales, reguero de tóxicos por esta República agujereada e impunidad garantizada.

Dijo el mandatario: avanzamos bastante, porque no dimos ni un solo permiso; al contrario, recuperamos superficie que habían entregado. De repente, comenzaron a entregar concesiones mineras y llegaron a otorgarles la mitad del territorio nacional. Muchos propietarios de terrenos, ejidatarios, comuneros, ni siquiera se enteraron de que ya lo que está debajo de la tierra, en el subsuelo, de su tierra, de sus ejidos, ya había sido concesionado.

Con muchas de las concesiones otorgadas por los gerentes neoliberales, sus beneficiarios empezaron a especular en las bolsas de valores del mundo financiero, y como no pagaban impuestos, empezaron a pagarlos por la extracción de mineral hasta mediados del gobierno pasado. Pero Salinas reformó la ley minera y se exentaron a las empresas mineras y no pagaban nada por la extracción de minerales, por la extracción del oro, de la plata.

Pero con el gobierno de la 4T cambió el panorama: como ya tenían que pagar un impuesto, empezaron a devolver concesiones; entonces, no deben entregarlas para explotación minera a cielo abierto porque es destruir el territorio, agotar los acuíferos. Pero, además, ya con las concesiones otorgadas es para que puedan desarrollar la minería más de un siglo.

Bien, ni una más, pero intocada la minería hiperconcentrada: 95 por ciento de la explotación de la riqueza mineral del país está en manos de un grupúsculo de consorcios nacionales y foráneos que se ha enriquecido brutalmente sin aportar nada a la nación, y mientras ello se mantenga, con concesiones o sin ellas, el quid del problema no se resolverá, amén de que la mediana y pequeña minerías a duras penas se reparten migajas.

Son conocidos los grandes consorcios mineros: Grupo México (Germán Larrea, cobre, el de Pasta de Conchos, el derrame tóxico en Sonora y las tres huelgas mineras que a punto están de cumplir 17 años sin solución); Grupo Peñoles (Alberto Bailleres, líder mundial de plata primaria y segundo lugar nacional en oro); Minera Frisco (Carlos Slim, oro, plata, zinc y cobre); Autlán (José Antonio Rivero Larrea); las canadienses (oro a manos llenas) Gold Corporation, Alamos Gold, AuRico Gold, New Gold, Minefinders Corporation, Agnico Eagle Mines, y una que otra estadunidense, china, australiana. En ellas se queda el grueso de la riqueza mineral mexicana.

Alrededor de medio siglo ha transcurrido sin que la aparentemente inagotable riqueza mineral del país beneficie a sus propietarios, los mexicanos. De la conquista al virreinato; de la Independencia a la Revolución; de la mexicanización de López Mateos (1961) y la consolidación de los barones autóctonos, a la nueva ley minera (1992) de Salinas y a la hiperconcentración; del no otorgamiento de más concesiones a dejar lo demás intocado.

En otra ocasión, el presidente López Obrador denunció: los que mandaban eran los de la oligarquía, los potentados; ¿quién mandaba en la Secretaría del Trabajo? Grupo México (Larrea), que llegó a expulsar del país al dirigente sindical minero (Napoleón Gómez Urrutia) y colocó al subsecretario del ramo.

Bien, ya fue, pero, tres sexenios después y por capricho de Germán Larrea, las tres huelgas mineras se mantienen irresueltas y el barón intocado. Entonces, no más concesiones, sí, pero falta.

Las rebanadas del pastel

Dice el presidente López Obrador: prefiero que esperemos para decidir si México reconoce a Palestina como Estado, como por estos días lo hicieron España, Irlanda y Noruega. Nuestra diplomacia está viendo este tema, pero la delicadísima situación en Gaza no puede esperar; la decisión, a favor, debe darse ya.

Twitter: @cafevega