Opinión
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77 Festival de Cannes
Tres decepciones, tres
P

asan los días y la competencia sigue sin levantar cabeza. Ayer tocó el turno del griego Yorgos Lanthimos, precedido por el éxito de Pobres criaturas, pero que decepcionó al respetable porque Kinds of Kindness (Tipos de gentileza) marca su regreso al tipo de cine que hacía en sus inicios, cuando filmaba en Grecia películas excéntricas y raras como Dogtooth (2009).

Entonces se trata de una trilogía de relatos extraños, interpretados por los mismos actores gringos: su actriz fetiche Emma Stone, Jesse Plemons, Willem Dafoe y Margaret Qualley. El primero trata sobre un pobre diablo (Plemons) cuyo objetivo en la vida es obedecer todas las órdenes de su perverso jefe (Dafoe). El segundo es sobre un policía (Plemons, otra vez) cuya esposa (Stone) desapareció en el mar; cuando ella es rescatada, el marido sospecha que se trata de una impostora. Finalmente, el tercero es sobre una especie de culto extraño que busca a una mujer gemela susceptible de revivir a los muertos.

Hay una ironía macabra en los relatos, impecablemente bien filmados con toques de música estridente, así como una frialdad en la mirada.

Llámenme convencional, pero en lo personal prefiero al Lanthimos más lúdico e ingenioso de sus éxitos internacionales.

Y me temo que la nueva realización del muy estimable guionista y director Paul Schrader fue otra desilusión. Oh Canadá se centra en la figura de un anciano y célebre realizador de documentales, Leonard Fife (Richard Gere), cuando un equipo de ex alumnos lo filma contando su vida en el ocaso. O sea, el juego de la película dentro de otra que, en manos de Schrader, hubiera podido funcionar en teoría. Pues no.

Basada en una novela de Russell Banks, la película es una confesión en primera voz de los pecados de Fife, quien escapó al reclutamiento para combatir en Vietnam huyendo a Canadá, amó y abandonó a incontables mujeres y, en general, se portó como un cabrón egoísta. La elección de Gere fue acertada, pues el actor siempre tuvo algo de pedantería en su porte. El que no convence es su versión joven, interpretada por un monótono Jacob Elordi.

Por regla general, los personajes protagónicos creados por la pluma de Schrader, desde Travis Bickle en adelante, se han caracterizado por poseer un pasado misterioso que los atormenta. En el caso de Oh Canadá resulta que exponer ese pasado no tiene mucho interés.

La tercera concursante del día fue la rumana Trei kilometri pana la capatul lumii (Tres kilómetros hasta el fin del mundo), del también actor Emanuel Parvu, un drama social sobre cómo un adolescente gay en el delta del Danubio es golpeado brutalmente por su sexualidad, y las consecuencias de ello en su muy retrógrada sociedad actual.

Ciertamente, la acción parecería situarse en el medioevo y no en pleno siglo XXI, pues Adrián (Ciprian Chiujdea), el joven protagonista, no es sólo víctima de los golpeadores, sino también de sus padres, que lo amarran y llevan ante un sacerdote para exorcizarlo, y de la policía, que intenta echarle tierra al asunto para evitar que trascienda y lesione los intereses del hombre influyente del pueblo. Lástima del estilo primitivo de Parvu, que lo filma todo desde un solo plano de formato ancho, donde acomoda como puede a los personajes que no paran de discutir. Así, el asunto se vuelve tedioso y chato.

X: @walyder