a educación es un derecho humano al que pocas personas en el país pueden acceder debido a las desigualdades estructurales que atraviesan. Si bien, en México la educación básica está garantizada
por el Estado, hay que retroceder un poco y analizar las condiciones que se necesitan para poder acceder a este derecho. La desigualdad educativa puede entenderse como la distribución equitativa de los medios económicos, digitales y humanos, entre otros, que dependen en gran medida de la organización de los bienes destinados por las políticas públicas educativas en cada región.
Ante ello, hay que reflexionar sobre los recursos económicos y personas que se necesitan para sostener a quienes estudian. Por otro lado, repensar cómo se educa, por quiénes, para qué, para quiénes y cuáles son los impactos que abonan (o no) a la transformación de una sociedad democrática, participativa y equitativa. Además, es importante mencionar que existen otras dificultades para acceder a la educación en los territorios donde predominan la violencia, la pobreza y el crimen organizado.
De acuerdo con datos del Foro Económico Mundial y del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), México superó el promedio de desigualdad educativa en Latinoamérica en 2023, pues aproximadamente 50 por ciento de las personas menores de edad que no acceden a la educación básica pertenecen a alguna población en situación de vulnerabilidad. Además, señalan que, al menos tres de cada 10 indígenas no asisten a la escuela debido a la falta de infraestructura, barreras lingüísticas y culturales, entre otros aspectos.
Si sumamos a estos datos las causas de la deserción escolar, podemos encontrar un panorama desolador para quienes aún no tienen garantizado este derecho. Y, si le incorporamos la perspectiva de género y el enfoque de derechos humanos, hallaremos un sinfín de obstáculos estructurales que no dependen directamente de la economía, pero sí son causados por ella, tales como la cooptación de jóvenes para trabajos forzados, la orfandad de niñeces por la desaparición de sus madres, padres y/o cuidadores, el desplazamiento forzado que tienen que hacer miles de personas por la violencia en sus territorios, así como muchas infancias que no pueden acceder a la educación por la falta de sus documentos de identidad o porque están luchando por su vida en medio de la guerra y la hostilidad.
Sin embargo, es necesario recordar que la educación no se resume en estos datos ni en el conocimiento que recibimos en las escuelas tradicionales, sino que se fortalece con las experiencias diarias, la crítica hacia las injusticias que nos acontecen y del diálogo que se teje con otras, otres y otros en comunidad. De estos principios se desprende la educación popular, pues tiene como puntos nodales el intercambio de experiencias y el reconocimiento de saberes de cada persona que es parte del compartir colectivo, con el objetivo de promover la organización para la acción y transformación comunitaria. Por ello, educar desde los derechos humanos y para la construcción de paz es repensar el mundo como lo conocemos, reconocer a la otra persona y reconocernos en ella para identificar sí, las diferencias, pero ante eso, las posibilidades comunes de coordinarnos y construir esos otros mundos posibles que queremos.
Es imaginar cómo todas, todes y todos podemos contribuir a transformar nuestros contextos en donde se respeten los derechos humanos de todas las personas, sin importar etnia, origen, género, identidad sexual, edad. Es reconocer que la organización estudiantil y juvenil puede accionar políticamente para abonar a la paz, justicia y democracia.
Por ende, nuestro contexto necesita muchas respuestas, pero más preguntas hacia quienes toman las decisiones en los gobiernos, no sólo en la cuestión educativa, sino en las distintas esferas de nuestra vida, pues como dijera María Montessori: Todo el mundo habla de paz, pero nadie educa para la paz, la gente educa para la competencia y este es el principio de cualquier guerra. Cuando eduquemos para cooperar y ser solidarios unos con otros, ese día estaremos educando para la paz.