Es como armar un rompecabezas en tercera dimensión, comenta la especialista Lauren McClain
Jueves 9 de mayo de 2024, p. 6
Kingwood. Antes de exponerse en un museo, los fósiles de un dinosaurio pasan por artistas que deben retirarles la tierra, reconstruirlos y pintarlos de forma que queden perfectos al ojo humano. Para la restauradora Lauren McClain es como armar un rompecabezas en tercera dimensión.
En su taller, en Kingwood, en Houston, Texas, McClain utiliza una especie de minitaladro parecido a la herramienta de un dentista, conectado a una compresora con el que retira cuidadosamente las partículas de suelo pegadas a estos restos que llegan a superar 60 millones de años.
Una vez limpio, debe montar este rompecabezas milenario, que muchas veces llega incompleto. Moldea las partes faltantes de un fémur de Tyrannosaurus, un dedo o una tibia de Triceratops, el fémur de un Edmontosaurus o los dientes de un megalodón. Ya ha trabajado también en un fósil de Eurypterida (conocido como escorpión marino) de 200 millones de años.
“Me dicem: ‘debes ser buena con los rompecabezas’, y en realidad no me gustan mucho, pero cuando se trata de uno en tercera dimensión que se convierte en un dinosaurio, eso sí me gusta”, explica McClain, de 33 años.
Es similar porque cuando tienes algo que está en 100 piezas, realmente tienes que estudiar todos esos bordes y cómo se alinean, así como perfeccionar los detalles para reconstruirlo y convertirlo en lo que era
, agrega.
Varios de estos gigantescos seres habitaron estados como Montana, Dakota del Norte y del Sur, Colorado, Florida y California, que suelen ser atractivos para quienes buscan fósiles.
Fanática de la saga de Jurassic Park desde niña, McClain incluso se casó en el Museo de Ciencia Natural de Houston, donde se exponen grandes esqueletos de dinosaurios.
Se graduó en diseño y hace años comenzó a hacer excavaciones. Con la ayuda de mentores y paleontólogos profesionales, incursionó en el negocio de la restauración y montó su negocio Big Sky Fossils.
El proceso
Hace siete meses renunció a su trabajo de oficina y se dedica sólo a los fósiles. Recientemente recibió de un museo texano el domo craneal de un paquicefalosaurio.
Y mientras busca un mayor espacio para ampliar el taller, en el garaje de su casa restaura un fémur de hadrosaurio. La pieza mide 1.30 m, casi el tamaño de Lauren (1.60 m), quien reconstruye el fémur colocando una varilla de metal interna para darle estabilidad. Luego de la limpieza, pega las piezas con una goma potente y utiliza masilla epoxi para rellenar los espacios vacíos. Al terminar, debe pintarlo con algún color semejante al original.
“Restaurar piezas faltantes de fósiles suele ser la parte más difícil porque no sólo es necesario comprender la anatomía específica, sino que también se necesita una buena referencia. Hablo con muchos paleontólogos para hacerlo bien", explica Lauren.