s extraña y atípica la movilización de la CNTE en periodo electoral? La pregunta es pertinente, toda vez que el gobierno, su partido en el poder y un sector duro que simpatiza con ambos, buscan polarizar cualquier manifestación política en dos únicas y posibles posturas: a favor del bloque conservador o de lo que han autodenominado cuarta transformación; a pesar de que, ninguna de las dos explica la orientación ni el actuar político e ideológico de esta organización magisterial.
Las jornadas de lucha de la Coordinadora se han agudizado hacia el mes de mayo, porque la conmemoración del día del maestro (cuando tradicionalmente se dan a conocer las medidas de mejora salarial) se percibe como el momento justo para hacer visibles las carencias en las que se realiza la profesión docente y las que padece el sistema educativo; esto ha sido parte de la memoria histórica y colectiva de los trabajadores de la educación para reivindicar sus derechos a través de la movilización social.
En los tiempos de confrontación abierta con el Estado, han convocado al voto de castigo contra los partidos en el gobierno y las legislaturas que promueven reformas constitucionales y ejecutan políticas públicas, traicionando conquistas laborales, privatizando la educación y sometiendo derechos de las infancias a los designios e intereses económicos del capitalismo; pero, fue en el sexenio de Peña Nieto, uno de los momentos de mayor repudio a la partidocracia, al grado de escalar la protesta al boicot de todo el proceso electoral.
En esta coyuntura política 2024, la CNTE no está llamando al sufragio de castigo ni al boicot; pero, tampoco a legitimar a la partidocracia. En su último congreso nacional extraordinario, el magisterio disidente se desmarca de cualquier intención de vincular su organización con candidaturas personales, o bien, con el voto corporativo; desde otro enfoque, significa que tampoco están buscando cuotas de poder, como hace el SNTE. La senaduría para Cepeda Salas es apenas un botón de muestra de la confabulación del sindicalismo patronal para contener los descontentos contra las secuelas neoliberales de la cuarta transformación.
Es precisamente en estas continuidades y rupturas inconclusas donde radica la convocatoria de la CNTE al paro unitario de los trabajadores de la educación del país y al plantón nacional en la ciudad de México a partir de este 15 de mayo, con cinco demandas centrales, que son un arduo intento por sintetizar un cúmulo de agravios generales y particulares en materia laboral, salarial, seguridad social y de justicia que se mantienen del neoliberalismo, lo fortalecen o son propios de este sexenio:
1. Eliminar el régimen de excepción laboral, meritocrático y de diferenciación salarial vigente en la reforma educativa de 2018; 2. Abrogar la reforma a la Ley del Issste de 2007, volver al sistema solidario de pensiones, recuperar el derecho a jubilarse a los 28 y 30 años de servicio, establecido en el marco legal anterior y desvincular el cálculo de la pensión con la unidad de medida y actualización (uma), porque ésta precariza las percepciones de los trabajadores en retiro; 3. Aumento emergente de cien por ciento, para todas y todos, directo al salario base; 4. Basificación inmediata de todos los trabajadores de la educación que se encuentran en inestabilidad laboral, así como la reinstalación de los cesados del actual y los anteriores gobiernos; 5. Justicia para los casos de Ayotzinapa, Nochixtlán y Arantepacua, por mencionar algunos.
Ninguna de las demandas anteriores ha encontrado respuesta en las 21 reuniones, tres de ellas en las últimas semanas con el Presidente de México; no están en la agenda legislativa que presentó en paquete el Ejecutivo federal, tampoco se retoman vías de solución en los proyectos nacionales de la partidocracia que representa el progresismo electoral (plan C) y con menos razón las hay en el bloque de la derecha. El recién aprobado fondo de pensiones para el bienestar es un acto de justica parcial para los que menos perciben, pero no toca el negocio de los sistemas bancarios privados ni las cuentas individualizadas, tampoco la uma y deja intacta la tabla de edad para la jubilación que extiende la vida laboral por más de 30 años.
Ningún partido se atreve a cuestionar el sistema de carrera magisterial, de precariedad laboral y salarial; prevalecen cientos de cesados del sexenio anterior y se suman en este gobierno decenas de maestros con todos sus derechos suspendidos, incluido el salario, por cumplir funciones sindicales en la CNTE; lejos de buscar actos de justicia y esclarecimiento para Ayotzinapa, se entorpecen las investigaciones, protegen mandos del Ejército involucrados, se criminaliza y revictimiza a los padres de familia de los 43 y sus abogados.
Extraña que en esta coyuntura política se reabran las mesas de diálogo con la Coordinadora y las familias de los 43, sin llevar rutas de solución a sus demandas o planteando que ya no serán posibles en este sexenio, trasladando mesas de seguimiento después del 2 de junio, administrando el descontento magisterial para contener la movilización social hasta que pasen las elecciones. La partidocracia tiene sus propios intereses grupales y se resuelven con las urnas; la CNTE tiene sus justas demandas y se resuelven con la organización popular.