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El año que vivimos en peligro
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▲ Fotograma de la cinta Guerra civil del realizador británico Alex Garland
E

n uno de sus muchos alardes hiperbólicos, Donald J. Trump declaró hace poco que, de no ganar las próximas elecciones, ocurriría un baño de sangre. Eso es, más o menos, lo descrito en Guerra civil, cuarto largometraje del realizador y guionista británico Alex Garland.

Por razones no explicadas, en un futuro cercano, Estados Unidos se encuentra en guerra a partir de las acciones de las llamadas Fuerzas Occidentales, la improbable alianza entre los estados secesionistas California y Texas por derrocar al fascista presidente sin nombre (Nick Offerman).

Eso es visto a través de los ojos de dos periodistas, la renombrada fotógrafa Lee Smith (Kirsten Dunst) y su compañero Joel (el brasileño multiusos Wagner Moura) quienes atestiguan un motín en Nueva York que culmina en la detonación de una bomba suicida. La misión de ambos será llegar por carretera a Washington DC mientras dure en el poder el inestable presidente, con el fin de entrevistarlo. Al viaje, y contra la voluntad de Lee, se unen la novata fotógrafa Jessie (Cailee Spaeny) y Sammy (Stephen McKinley Henderson), veterano reportero del New York Times.

Mediante la estructura episódica de una road movie bélica, Garland va mostrando los diferentes aspectos del caos, la confusión y la violencia desatadas por el conflicto. Al aire hastiado y desencantado de Lee se contrasta el entusiasmo de Joel, quien todavía afirma que el sonido de un combate le provoca una erección. Mientras el profesionalismo de ambos –y de Sammy– sirve para proteger a la neófita Jessie (en efecto, la menuda Spaeny parece no tener más de 12 años).

El mérito primordial de Garland es sostener la tensión dramática a lo largo de toda su narrativa. Su interés no es explicar la causa de la guerra, sino exponer –como en incontables películas anteriores– a la labor periodística como una de las profesiones más valientes y nobles. Los periodistas, nos repite el cineasta, son profesionales que se juegan el pellejo con tal de obtener la primicia.

Dado que ninguno de los combatientes se identifica en términos de posiciones o siquiera de uniforme, nuestro único punto de vista es el de los protagonistas, que obviamente están en contra de la agónica administración presente.

En ese sentido, la secuencia más estrujante de Guerra civil es aquella en que el pequeño grupo se topa con unos soldados comandados por un sicópata de lentes rosados (Jesse Plemons, en una inquietante actuación sin crédito). Los periodistas son amenazados por ese individuo, cuyo único interés es saber si ellos son estadunidenses. Quienes no lo son, son ejecutados sumariamente.

Por supuesto, la acción culmina en Washington con el ataque final de los secesionistas contra los escasos elementos que defienden a la ciudad capital. Garland filma con espectacularidad ese combate en el que reconocidos monumentos patrios se vuelven campo de batalla (por cierto, hay una malsana satisfacción en ver a la Casa Blanca cimbrada por explosiones y balazos).

Es evidente que Garland se ha inspirado en el actual panorama político de ese país, con su extrema división de ideologías, para nutrir su fantasía. Una toma de posturas la hubiera hecho más controversial… y, por tanto, más interesante.

Guerra civil ( Civil War)

D y G: Alex Garland / F. en C: Rob Hardy / M: Geoff Barrow, Ben Salisbury; canciones varias / Ed: Jake Roberts / Con: Kirsten Dunst, Wagner Moura, Cailee Spaeny, Stephen McKinley Henderson, Nick Offerman / P: DNA Films, IPR.VC. Estados Unidos-Reino Unido, 2024.