l pasado 3 de abril el papa Francisco, como justo reconocimiento, recibió en audiencia a Luis Gerardo Moro Madrid, provincial de la Compañía de Jesús en México, quien le hizo entrega de una copia del Compromiso por la Paz, el cual fue firmado por las candidatas y el candidato a la Presidencia de México.
Moro Madrid mencionó que este documento surgió como una forma de intensificar su compromiso con la instauración de una cultura de paz, sobre todo ante la impunidad e ineficacia de las autoridades en temas de seguridad; a la Compañía de Jesús se unió una ardua, comprometida y responsable labor por parte de la Conferencia del Episcopado Mexicano y la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México quienes llevaron a cabo los Conversatorios por la paz y los Foros de justicia y seguridad en toda la República desde noviembre de 2022 hasta abril de 2023 y de mayo a agosto de 2023, respectivamente.
Los foros se realizaron en las 32 entidades federativas de México y tuvieron como objetivo profundizar en los diagnósticos multidisciplinarios, así como recuperar las buenas prácticas, desde lo local, para construir justicia y seguridad, pero además estuvieron presentes universidades, empresarios, organizaciones sociales, colectivos, líderes vecinales, jóvenes y mujeres, instando así a que en las mesas de trabajo prevaleciera un diálogo abierto, donde la pluralidad de ideas fuera uno de los componentes más valiosos.
El arduo trabajo dio como resultado un documento denominado Compromiso por la paz: Estrategias de política pública para la paz
, que fue entregado en un evento público a las candidatas y el candidato en marzo pasado y quienes firmaron como símbolo de su compromiso en la batalla contra la violencia, las agresiones, el narcotráfico y la criminalidad.
Es importante mencionar que Claudia Sheinbaum Pardo mencionó que firmaría el documento, aunque no coincidía con diversas de las afirmaciones y propuestas, sobre todo con la visión pesimista
que caracterizaba el documento, ni con las estrategias, al considerar que no eran las adecuadas y que no habían funcionado.
Es cierto que, quizá, no se pueda generalizar la fractura del tejido social o una visión basada en el miedo; sin embargo, ¿realmente han funcionado las políticas públicas sobre seguridad? ¿Podemos culpar a la población o a los líderes religiosos por su creciente preocupación y temor?
No reconocer lo evidente no hará que desaparezca, hoy más que nunca se requiere de un compromiso verdadero, de una empatía genuina que reconozca los errores y deficiencias que por décadas han existido en las políticas públicas contra la delincuencia y el crimen organizado, porque hay millones de familias en luto que están en espera de justicia.
Y es que los números son evidentes, de acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, el año pasado se registraron 281 mil 996 delitos contra la vida y la integridad corporal; 25 mil 282 homicidios dolosos y 830 feminicidios, y, desde el inicio de la actual administración, no se ha visto una disminución real; incluso en información de esta misma institución del 1º de diciembre al 31 de marzo, se tiene un registro de 143 mil 645 homicidios dolosos.
Lamentablemente, el Informe Global sobre Homicidios 2023, presentado por la Organización de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), ubicó a nuestro país como el segundo con más asesinatos en el continente americano, sólo por debajo de Brasil.
Y por si las cifras no fueran suficientes para alarmar a cualquiera, recordemos que los linchamientos, el acoso laboral, la violencia intrafamiliar, las extorsiones telefónicas, el cobro de derecho de piso y los robos a transeúntes han ido en aumento, así como los asaltos, robos y hasta homicidios en el sector religioso.
Incluso, la falta de acciones por parte de las autoridades en cuanto a las agresiones a conductores de transporte público y privado, incluyendo pasajeros, han orillado a que este sector haya hecho cierres parciales y totales en muchas de las vialidades del territorio nacional.
Frente a esta atroz situación parece que el Estado ha quedado superado, ya que los elementos de seguridad se han visto mermados ante el difícil escenario y se ha incrementado considerablemente el número de personas que se encuentran recluidas en albergues y que han emigrado de su localidad.
Erradicar los problemas relacionados con la inseguridad y la delincuencia conlleva a temas multifactoriales que deben ser analizados desde distintos ángulos, incluyendo, por supuesto, el área religiosa, ya que se debe reconocer que en múltiples ocasiones, y sobre todo en comunidades pequeñas o alejadas, son los diáconos, presbíteros, obispos y arzobispos quienes se encuentran considerablemente ante y dentro de escenarios hostiles, por lo que su participación, al igual que la del resto de la sociedad, es muy importante si queremos alcanzar la paz. Actuemos con responsabilidad y amor al prójimo.
* Analista en temas de seguridad, justicia, política, religión y educación