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Desafiantes
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▲ Fotograma de la cinta del realizador siciliano Luca Guadagnino.
E

n Llámame por tu nombre ( Call me by your name, 2017), el realizador siciliano Luca Guadagnino propuso un notable estudio de la seducción amorosa a través de la relación entre Eliot (Timothee Chalamet), un joven de 17 años presa de sensaciones eróticas novedosas y desconcertantes, y Oliver (Armie Hammer), un hombre mayor que él, más experimentado y astuto, a partir de un guion escrito por André Acime y el veterano James Ivory. El éxito de taquilla fue inmediato y la respuesta crítica señaló una reticencia menor a la esperada. Es posible que algo similar suceda con Desafiantes ( Challengers, 2023), cinta que también aborda el tema de la seducción, aunque ubicando su trama ya no en el sofisticado ambiente cultural de la Italia del norte de los años ochenta y en el círculo doméstico liberal y tolerante de la familia de Elio, sino en el mundo más áspero de las competencias deportivas estadunidenses. Hay aquí también una soterrada corriente homoerótica en la relación amistosa que desde la adolescencia sostienen Art Donaldson (Mike Faist) y Patrick Zweig (Josh O’Connor), una amistad marcada por la afición compartida al tenis, deporte que ambos practican de modo profesional. El elemento novedoso, irresistiblemente disruptor, en sus vidas es la aparición de Tashi Duncan (Zendaya), una sensual luminaria del tenis que los deslumbra por su personalidad magnética y su virtuosismo en la cancha, y de la cual los dos se enamoran por igual y de inmediato.

El entendimiento sentimental, erótico y deportivo que se instala entre estos tres protagonistas combina la seducción con el afán competitivo. Una escena estupenda muestra al trío de desafiantes midiendo sus fuerzas en una habitación, con Tashi Duncan como árbitro inesperado en el duelo de testosteronas que teniéndola a ella como trofeo deseado, se encamina sin embargo a un jocoso y sorpresivo desenlace que la joven tenista celebra con malicia. Ella es todo a la vez en esta cinta: madre sustituta de los dos seductores desamparados, esposa y coach de Art, amante de Patrick, y fiel de la balanza en la sorda rivalidad que los opone cuando ella debe retirarse del juego deportivo por un accidente discapacitante. Aunque la trama propuesta por el guion de Justin Kuritzkes es aparentemente sencilla, es permitido marearse un poco con los saltos temporales que continuamente hacen avanzar o retroceder en el tiempo la trama y la dinámica de los tres personajes, simulando con ello el propio ritmo del juego de tenis y marcando sus etapas narrativas con el lenguaje específico del deporte, con match point –punto decisivo– como un término recurrente.

En este sentido el trabajo de fotografía de Sayombhu Mukdeeprom es realmente notable. Desde el tributo trasparente al Hitchcock de Pacto siniestro ( Strangers on a Train, 1951), con la atención puesta en un espectador inmóvil (aquí Tashi Duncan), mientras todos los demás giran de un lado a otro sus cabezas, hasta la elección de distintos puntos de vista en el interior de la cancha, desechando así los tradicionales planos abiertos para favorecer la interacción de las miradas de los jugadores y la trayectoria misma de la pelota. Experiencia muy inmersiva del espectador de cine de ficción en un partido de tenis. En lo relativo a la historia, estamos lejos de la intensidad dramática de otras cintas referenciales como Jules y Jim (Truffaut, 1962) o Los soñadores (Bertolucci, 2003), dado que el interés de Guadagnino parece estar más atento a los juegos de poder, al canibalismo de la competencia, y a la relación de esa dinámica con un juego amoroso que difumina las fronteras de género. Los personajes son aquí idealizados menos como semidioses del deporte que como figurines publicitarios de algun tipo de loción o playera de marca o de una revista de moda. Asistimos a una sensualidad de pasarela, entre Adidas y Tommy Hilfiger, que hace entre la cancha, el vestidor y el sauna, el elogio muy reiterado de la belleza y lozanía, del rendimiento físico y la hazaña deportiva. Esta apuesta estilística por el relumbrón estético, la superficie inmaculada y la mística del esfuerzo individual, deja en un segundo plano lo que pudo ser una historia romántica más compleja y apasionante. Esto no impide por supuesto que Desafiantes sea un entretenimiento visualmente muy atractivo, con una pista sonora eficaz y tres interpretaciones de primer orden.

Se exhibe en Cine Tonalá, Cinemex y Cinépolis.