Riesgos para la democracia
xisten dos grandes riesgos para la democracia. Por un lado, el abstencionismo, y, por el otro, la falta de sanciones a acciones ilícitas cometidas durante los procesos electorales.
El abstencionismo puede ser muy dañino para las democracias, porque las disuelve. Significa que la gente pierde el interés por participar en las elecciones, pues siente que su voto no tiene utilidad. En el caso de México, por lo menos en los pasados 30 años, el abstencionismo durante las presidenciales no ha representado un riesgo notable. Desde los comicios de 1994 hasta los de 2018 se ha registrado un promedio de participación de más de 60 por ciento.
En 2000 se logró la primera alternancia y las elecciones de 2018 marcaron el inicio de un cambio de régimen que está en espera de consolidación. Ahora, en la próxima elección podrán votar más de 90 millones de mexicanos, y según diversos analistas, se espera una participación de más de 70 por ciento. Estos comicios serán muy importantes para saber si el abstencionismo implica o no un riesgo para la democracia mexicana.
Otro gran riesgo para la democracia es la falta de sanciones a los ilícitos cometidos durante los procesos electorales. La impunidad de estos hechos puede ser muy dañino y erosionar la legitimidad de los procesos. Ante esto, las instituciones juegan un papel fundamental para garantizar elecciones creíbles y que la gente sienta que su participación se encuentra garantizada en condiciones de libertad, equidad y justicia. Para la elección del próximo 2 de junio, todas las instituciones del Estado Mexicano desarrollan actividades de manera conjunta para prevenir estas conductas y sancionarlas en caso de que sean cometidas por algún actor político.
En el caso de la Fiscalía Electoral, desde septiembre pasado, cuando se inició el proceso, se ha capacitado a más de 150 mil funcionarios públicos en prevención de los delitos electorales, y su personal se ha integrado a todas las mesas de seguridad de las entidades de la República para conocer los hechos que pudieran constituir ilícitos y actuar de manera inmediata ante su posible comisión.
Los riesgos para la democracia siguen latentes, pero es tarea de las instituciones evitar que el proceso se vea desprestigiado, generando condiciones para que la ciudadanía participe y sienta que su voto será tomado en cuenta.
Colaboró Mario A. Domínguez