La banca
a banca del siglo XXI ya no es lo que era en el siglo pasado. Su función principal, otorgar créditos y recibir depósitos, se mantiene, pero ahora bajo un esquema diferente.
La relación entre banquero y cliente dejó de ser de persona a persona y se convirtió en una relación virtual que depende en forma creciente de la inteligencia artificial. A través de algoritmos se califica la solvencia de cada individuo para obtener créditos, seguros, fianzas o cualquier instrumento financiero.
Los créditos con intereses son algo relativamente reciente; surgieron en el siglo X de nuestra era, cuando los judíos comenzaron a prestar recursos a reyes, nobles y gente pudiente para financiar guerras o grandes obras. A lo largo de la historia el pueblo judío fue vetado para participar en diversas actividades económicas y en la propiedad de la tierra, pero podía prestar recursos. En el caso de cristianos y musulmanes, en la Edad Media no podían prestar dinero con cobro de intereses porque era mal visto y se consideraba un pecado.
Con el desarrollo del capitalismo se transforma la visión del mundo sobre la economía, sobre todo a partir de la Reforma Protestante en el siglo XVI. Max Weber escribió una serie de ensayos sobre la ética protestante, en los cuales muestra la transformación de principios éticos y morales relacionados con el trabajo, el crédito y la acumulación de riqueza entre los protestantes y, en especial, entre los calvinistas puritanos.
La inversión y la acumulación de riqueza se volvieron procesos lícitos para mejorar el bienestar de la sociedad, excluyendo el derroche y el disfrute personal. Incluso hay una frase que señala: Hazte rico para Dios, no para el lujo
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Weber vincula el desarrollo de los pueblos protestantes con esta mentalidad para acumular dinero, cosa que no se desarrolló en el mismo nivel en países católicos ni musulmanes. Tanto judíos como protestantes en la época moderna han generado un gran impulso al comercio, a los créditos y a la economía en general.
Ahora, en el siglo XXI, la actividad financiera ya no es cuestionada en Occidente por religión alguna. La ética y la moral modernas ven con buenos ojos el crédito y esta visión, más las nuevas tecnologías, han estimulado el avance de la banca digital en donde ya no existe un trato personalizado.