Miles de personas protestaron ayer en Tenerife para pedir a la isla española que limite temporalmente la llegada de turistas, con el fin de frenar el auge de los alquileres vacacionales de corta duración y la construcción de hoteles, que están disparando el costo de la vivienda para los habitantes. Los manifestantes afirmaron que deben introducirse cambios en la industria turística, que representa 35 por ciento de la economía del archipiélago canario. No es un mensaje contra el turista, sino contra un modelo que no beneficia a esta tierra y que hay que cambiar, dijo uno de los manifestantes. El archipiélago, de 2.2 millones de habitantes, recibió la visita de casi 14 millones de turistas extranjeros el año pasado, 13 por ciento más que en 2022, según datos oficiales.