Opinión
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Cinismos de guerra fría
L

a primera sorpresa fue cuando el gobierno de Daniel Noboa declaró a Raquel Serur, nuestra embajadora en Ecuador, persona non grata, quien al llegar a México señaló que el encono político que encontré en ese país es su falla trágica, como diría Shakespeare. En una reflexión publicada por El País sobre la irrupción de la fuerza pública en la embajada de México con lujo de violencia, ella se pregunta: ¿Qué los llevó a actuar de esa forma tan desproporcionada? ¿Cómo se atrevieron a romper la inviolabilidad de una sede diplomática? ¿Con qué derecho agreden físicamente al personal diplomático? ¿Con qué derecho hirieron nuestra dignidad? No existe justificación alguna para hacer lo que hicieron (Serur, Raquel, Mis últimas horas aciagas en el entrañable Ecuador, El País,14/4/24).

La transformación que ha sucedido en Ecuador tiene, desde el gobierno de Lenín Moreno, como eje el desmantelamiento del Estado, la arremetida contra lo público, la pérdida de soberanía por las graves concesiones que formaliza el país en el acuerdo militar con EU para enfrentar el conflicto interno armado y la lucha conjunta contra el crimen organizado trasnacional (sic), a lo que me referí anteriormente (ver Ecuador en la agenda imperial, La Jornada 22/2/24).

Los acuerdos encaminados por el ex presidente Lasso ya fueron ratificados por Noboa –no se requiere aprobación legislativa (¡!) siendo un tema tan vital para la democracia y estabilidad de ese país–.

Estas concesiones sobre la soberanía nacional dan a EU un papel decisivo de cogobernación, lo que explica la actitud desafiante y arrogante del mandatario, envalentonado por el poderío imperial, que frente al importante consenso alcanzado incluso en la OEA, la comunidad latinoamericana e internacional en condenar la violación de principios, recintos e inmunidades diplomáticas, diga que no se arrepiente de su decisión. López Obrador ya se había referido a que el asalto tan violento a nuestra embajada no lo hace un gobierno si no siente que tiene el respaldo de otros gobiernos o potencias. También AMLO señaló que hubo pronunciamientos muy ambiguos ante este agravio por parte de los socios EU y Canadá, el que incluso se refirió a una presunta violación al derecho internacional, y en el caso de EU fue un boletín del Departamento de Estado.

Preocupa que se argumente el respeto al derecho internacional dependiendo de quién es la víctima. Preocupa la abismal ausencia de equidad: Israel –que sigue asesinando a la población palestina y nadie le pone un alto– lanzó misiles contra el consulado iraní en Damasco matando a unas 16 personas, y EU, Reino Unido y Francia bloquearon en el Consejo de Seguridad la condena a tal acción, dejándole el camino a Irán para una respuesta en legítima defensa, lo que entonces sí llenó las primeras planas de la indignación internacional frente a la agresión iraní a Israel.

A decir de David Brooks, con toda la coreografía teatral bélica ya tan ensayada, “Gaza fue desplazada de las primeras planas para ser sustituida con ‘Israel bajo ataque’” (Autoridad inmoral, La Jornada,15/4/24/).

Ante el fondo del evento, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha optado por el camino de la legalidad para protestar por el asalto salvaje a la embajada de México en Ecuador, para sentar un precedente de la inviolabilidad de cualquier embajada en cualquier lugar del mundo, es decir, retomar, reivindicar los alicaídos mecanismos del derecho internacional para la resolución de los conflictos y la construcción de acuerdos para enfrentar de manera coordinada y latinoamericana las exigencias ante un enorme deterioro climático y político militar: crecientes olas de calor en intensidad y frecuencia y multiplicación de riesgosos escenarios bélicos.

En la importante reunión virtual de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (Celac), celebrada bajo la presidencia pro tempore de la mandataria de Honduras, Xiomara Castro, y convocada por México el pasado martes 24, cuya conclusión fue de unánime condena a la agresión y por la restitución de la calidad de asilado al ex vicepresidente Jorge Glas, el presidente colombiano fue claro al decir:

“El mundo que estamos viviendo… no parece ser un mundo democrático, parece ser un mundo que da pasos cada vez más grandes, agigantados, hacia la barbarie: democracia o barbarie podría ser la consigna del momento… la barbarie tiene que ver con negaciones que está haciendo el poder político mundial –la geopolítica, se dice– negación de la democracia y de la prevalencia de la vida en el planeta. Hay los síntomas de una extinción en camino que en lugar de tramitarse racionalmente, consensualmente, planificadamente como los seres humanos deberíamos hacer, estamos entrando a una especie de resistencia del capital a no transformarse, llevándose por delante la vida misma.”

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