a verdad es que el país bascula entre la expansión territorial del crimen organizado y la creciente ineptitud de los aparatos burocráticos. El aparato judicial está deteriorado. Los partidos están desfondados. Sin temor a equivocarme nos enfrentamos a la peor clase política de la historia reciente del país.
El primer debate presidencial. Si el protagonista de este debate es el reloj descompuesto, entonces andamos mal. Los resultados son transparentes: ganó Sheinbaum, perdió Xóchitl, se dio a conocer Máynez. Sí se quiere perder el tiempo o, en consonancia con el debate, se tiene un reloj descompuesto, se pueden escribir tratados sobre las razones profundas de estos resultados. Pero para los que vemos que el tiempo apremia, se trata de un ejercicio inocuo e inútil. El debate, sí a eso se puede llamar así, es muy olvidable.
Los malestares. Que si el presidente se molestó, que nadie lo defendió en el debate, que si las preguntas estaban sesgadas. Juegos pirotécnicos. ¿Por qué no tratar de dar explicaciones menos impregnadas de conspiraciones propias de series televisivas como Shogun o Ripley, o más atrás Juego de Tronos o Casa de Naipes? El Presidente se molestó porque con una popularidad de más de 50 por ciento –sea segundo o tercer lugar mundial, ¡carajo, pero qué infantiles!–, merecía algún reconocimiento. ¿Es un reclamo a Sheinbaum? Espero que no, porque sería un balazo en el pie de la 4T. ¿Sheinbaum debía defenderlo? Sí desde la perspectiva de una candidata presidencial. ¿Las preguntas estaban sesgadas? Desde luego. Sesgadas por las apreciaciones de las ciudadanas y ciudadanos que enviaron las preguntas. Éstas son las continuación de las encuestas que le dan a la candidata de Morena más de 17 puntos de ventaja en las preferencias. Esas mismas encuestas registran una amplia inconformidad o incluso rechazo con muchas de las políticas públicas del actual gobierno en materia de seguridad, corrupción, salud y educación. En cambio apoyan nítidamente los programas sociales y la política salarial. También, esas mismas encuestas, registran un alto porcentaje de rechazo a participar en ellas, lo cual no deja de ser preocupante.
El punto ciego. Mientras la comentocracia oficialista, opositora e independiente, se dedica a perder el tiempo con pólvora en infiernillos, la verdadera pólvora no deja de seguir explotando por muchos rincones del país. Estas explosiones se manifiestan de dos maneras.
La explosión electoral. Mientras en las presidenciales no parece haber sorpresas, hasta el momento, sí se atisban varias en los ámbitos estatales. Al parecer en Veracruz, Morelos,Puebla y Ciudad de México habrá fuerte competencia que lleve a sorpresas mayúsculas. En las dos primeras sería que no hubiera alternancia, es decir, que repitiera el oficialismo. En las otras dos, es que sí se diera la alternancia. En el caso de la ciudad, mí ciudad, me dolería enormemente. Yo votaré por Clara Brugada porque me parece inaceptable que ganara el rey de las inmobiliarias. En Chiapas y Guanajuato quizás no haya alternancia por muy, pero muy malas razones. En Yucatán, Jalisco y Tabasco son altas las probabilidades de que repitan los partidos que detentan actualmente las gubernaturas. Con esta potencial configuración electoral, la pregunta es sí existirán vasos comunicantes entre las elecciones locales y las federales. Habrá que poner en juego, además, la enorme cantidad de elecciones a presidencias municipales y a legislaturas locales. Y aún hay más: las elecciones para diputados federales y senadores.
Lo más grave de todo es el colapso de la seguridad en el país. El contexto actual genera indiferencia, huidas hacia adelante, desánimo, desesperanza. Creo que debemos rechazar falsas salidas o verdades a medias. El eje de la conversación nacional tiene que ser la seguridad de los ciudadanos.