Por una escalera en forma de caracol, donde los peldaños son tan diminutos que apenas cabe un pie, se sube a un tapanco de madera, donde abundan estantes con libros, cajas de cartón, un archivero, y un escritorio de madera. No es un espacio de grandes dimensiones, sino más bien pequeño, donde la ventilación corre a cuenta de una ventana, que a las 13 horas de los últimos días de marzo, parece no darse abasto.

En el centro de la habitación se encuentra Sandra Elizabeth Rodil Posada, maestra en ciencias de los materiales por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), galardonada con el premio L’Oréal Unesco AMC en 2023 por su contribución en el campo de las películas delgadas, aplicadas en áreas como la medicina y la óptica.

Ella minimiza el calor en el lugar, “es sólo a esta hora del día cuando el Sol entra por la ventana, se excusa y enseguida entra al tema del que es experta.

“Estudiar ciencia en materiales tiene una importancia crítica para las futuras generaciones porque tenemos el reto de seguir produciendo las comodidades a las cuales ya estamos acostumbrados –todos nuestros juguetes electrónicos–, pero ahora con una conciencia de sostenibilidad del planeta, que nos impone la reutilización de materiales.”

Basura electrónica

Ante el avance del calentamiento global y la acumulación de desechos a los que no se les encuentra una alternativa, la especialista planteó en entrevista con La Jornada que los jóvenes investigadores están obligados a pensar en cómo encontrar el mecanismo completo, desde que se produce el material, se utiliza y cuando se va a desechar, encontrar cómo recuperar los elementos básicos y reutilizarlo.

Frente al último informe de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) de la Organización de Naciones Unidas (ONU) sobre la acumulación de basura electrónica en el mundo, Rodil Posada consideró que entre los desechos hay elementos a los que debe encontrarse el mecanismo para reciclarlos. Uno de los objetivos que promueve el Instituto de Investigaciones Materiales de la UNAM es enseñar a los alumnos cómo hacer los materiales y también la otra parte, que es que por cada dispositivo que produzcan encuentren el mecanismo de reciclarlo totalmente.

Rodil Posada estudió la licenciatura en Física en la UNAM, pero a diferencia de la mayoría de los estudiantes que se inclinan por la astronomía, optó por la física aplicada para entender los fenómenos de los materiales. Hizo un doctorado en la Universidad de Cambridge, Reino Unido, y ahora tiene más de 20 años de hacer investigación en el Instituto de Investigaciones Materiales de la máxima casa de estudios, donde se ha enfocado en hacer películas delgadas que coloca sobre otros materiales para evitar su corrosión o para hacerlos más resistentes.

▲ Sandra Rodil Posada, maestra en ciencias de los materiales por la UNAM.Foto Eirinet Gómez

Pero si algo distingue a la académica es su trabajo a partir de dos vías: una enfocada a la investigación en materiales para su aplicación en el área médica, y otra que tiene que ver con la remediación ambiental y producción de energía.

Hacia el área médica, ha impulsado el estudio de materiales que den lugar a recubrimientos con propiedades antibacteriales, antivirales, o que promuevan una respuesta biológica a nivel de células de hueso, que podría servir para un implante médico. Como parte de esa búsqueda, investigó materiales como el carbono amorfo y el óxido de titanio.

En la pandemia, el equipo de investigación de Rodil Posada desarrolló el recubrimiento de plata-cobre para los cubrebocas, que inhibe bacterias y el virus del SARS-CoV-2.

En el área de remediación ambiental y producción de energía, estudian materiales que tengan una respuesta fotocatalítica para descomponer contaminantes como pesticidas, fertilizantes, colorantes, o un medicamento, que los procesos normales de purificación de agua no pueden descomponer.

Estamos buscando materiales que nos puedan servir para descomponer moléculas orgánicas contaminantes, reitera. En este rubro, también han tenido avances importantes en la investigación sobre los procesos para producir hidrógeno –el combustible del futuro– de forma amigable con el ambiente.

Para la investigadora el reto de los avances que han logrado a nivel de laboratorio –en una escala muy pequeña–, es que éstos tienen que escalar, e implica producir una cantidad mayor de los materiales, hasta hacer un diseño de un reactor para ponerlo a prueba en una escala mayor.

La especialista divide sus días entre las clases, el trabajo en laboratorio, sus labores académico administrativas con los estudiantes de posgrado, reuniones vía zoom, y lecturas de tesis: ahí es donde les digo a los alumnos que les tiene que interesar y no molestar, el dedicarle todo el día a la investigación en materiales, que nuestro trabajo no nos pese, sino que nos llene.