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Rats lleva a escena una crítica mordaz al comportamiento humano en crisis

De Luis Ortega e interpretada por Uróboros, se monta en el teatro Raúl Flores Canelo del Cenart

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▲ El 3 de mayo se representará en el Teatro de la Ciudad para celebrar siete años de la compañía.Foto cortesía del Cenart
 
Periódico La Jornada
Viernes 15 de marzo de 2024, p. 5

La coreografía Rats, que se presenta en el teatro Raúl Flores Canelo del Centro Nacional de las Artes (Cenart), es un cuestionamiento mordaz a la condición humana.

Para ello, a decir de su autor, Luis Ortega, hace una analogía entre el comportamiento humano y el de las ratas, luego de que se ha visto la gran cercanía entre estas especies, en términos de su vida social.

Ambas suelen ser organizadas y colaborativas, también solidarias; pero cuando se presenta un desorden o desequilibrio en su comunidad, como sobrepoblación o falta de alimento, suelen tornarse violentas, agresivas y hasta despiadadas, explica el coreógrafo nacido en la Ciudad de México en 1990.

Esta obra de 60 minutos, interpretada por la compañía Uróboros, tiene su germen en un montaje que le fue encomendado hace dos años para una graduación en la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea, al cual dio un giro y un aire distinto para llegar a esta nueva versión, estrenada el pasado 29 de febrero.

El creador escénico tomó como fuente de inspiración la cotidianidad de las grandes ciudades, particularmente la de la capital de nuestro país, con esas plastas humanas que de manera incesante desbordan las calles, las aglomeraciones caóticas en el transporte público y el trajín incesante en los días y las noches.

Me llama mucho la atención lo que ocurre en el Metro de la Ciudad de México, microcosmos de nuestra sociedad donde se revela ese comportamiento hostil, violento y en apariencia deshumanizado, pero que no lo es, porque, al fin de cuentas tiene que ver con la condición humana, expresa Ortega en entrevista.

Otro de sus referentes fueron documentales sobre el comportamiento de aquellos roedores en los que el artista advirtió cómo, cuando llegan a carecer de fuentes de alimentación, tienden a devorarse entre sí.

Es un canibalismo que vemos también en nuestras sociedades, aunque no de forma literal, sino en términos más amplios, como anhelar lo que tienen los otros o la manera en la que afectamos e incluso acabamos con los demás en la búsqueda de sobresalir u obtener alguna comodidad inmediata.

Con Rats, el coreógrafo busca poner el dedo en la llaga y hacer una crítica y reflexión sobre la condición humana que abre la puerta a la miseria o a la dignidad, entre muchas opciones o escenarios posibles.

Al asumir que la danza es un lenguaje abstracto, Luis Ortega no propone un montaje basado en la pantomima, sino un entramado de elementos escénicos, entre ellos maquillaje, vestuario e iluminación, en el que los cuerpos de los 12 bailarines, a través del movimiento, adquieren apariencia de ratas y al mismo tiempo hablan de lo humano.

También hay una aproximación al teatro a partir de su consideración de que no hay diferencias entre esa disciplina y la danza: Para mí, los bailarines son actores del cuerpo.

Aunque asume que esta propuesta es muy desoladora –no es una película de Hollywood–, aclara que en ella hay también algo de redención, al quedar abiertos ciertos resquicios a la fe y la esperanza.

Las últimas funciones este fin de semana en el Cenart (avenida Río Churubusco y calzada de Tlalpan, colonia Country Club) serán: viernes a las 20 horas, sábado a las 19 y domingo a las 18. Después Rats se presentará en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris el 3 de mayo para celebrar el séptimo aniversario de Uróboros.