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Como madre y mujer, en la UFC represento el amor y la fuerza: Yazmín Jáuregui
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▲ La tijuanense (izquierda) en su victoria ante la estadunidense Sam Hughes, el pasado 24 de febrero en la Arena Ciudad de México.Foto Víctor Camacho
 
Periódico La Jornada
Viernes 8 de marzo de 2024, p. a11

Apenas nació su hijo y pudo volver al gimnasio, Yazmín Jáuregui se colgó al hombro la pañalera con los biberones y regresó al trabajo. Había que sortear transporte público y las condiciones climáticas de Tijuana con un bebé en los brazos. Lo más difícil en ese momento era la supervivencia diaria sin un sustento económico estable. La joven era una promesa local de las artes marciales mixtas y hoy es parte del elenco de la empresa internacional UFC, el espectáculo deportivo con mayor crecimiento en el mundo.

En el gimnasio, adentro de un corral infantil, su hijo Matías aguardaba mientras ella entrenaba durante sesiones que se volvían interminables. Los compañeros la apoyaban para que pudiera concentrarse en el trabajo atlético de una disciplina que suele dejar avasallados a los practicantes.

Es muy duro ser profesional de las artes marciales mixtas y cuando eres madre lo es más. Al mismo tiempo, como mamá puedo ser un ejemplo, porque en la UFC represento la fuerza y el amor, comenta una peleadora que destaca por su agresividad en el octágono y su continua alusión a la solidaridad como regla de convivencia. Es la cara de un deporte considerado hiperviolento y la ternura de una mujer hacia su hijo y quienes la rodean.

La situación económica que atravesaba le obligó a buscar ingresos adicionales con la venta de pizzas en un mercado en Tijuana y de camisetas que imprimía cada que tenía una función en puerta. También preparaba comidas balanceadas que llevaba a los compañeros del gimnasio.

Entrenaba muy duro, como siempre, pero al mismo tiempo estaba al pendiente de Matías y de lo que necesitaba. Cada tan-to había que interrumpir el trabajo para darle de comer o cambiarle los pañales. Después a seguir con el entrenamiento, recuerda.

Los compañeros del gimnasio me apoyaban en ese momento. Con el bebé o comprando playeras para poder concentrarme en un campamento cuando tenía una pelea o les vendía comida balanceada. La gente que me rodeaba fue muy importante para que yo pudiera seguir adelante con Matías, agrega.

Aunque su pareja la acompañaba, Jáuregui reconoce que el papel de la crianza de los hijos y el hogar aún es una carga que se inclina hacia el lado de las mujeres. Siempre –dice– tienen que multiplicarse para asumir todas las responsabilidades profesionales y de la familia.

Incluso ahora que ha mejorado su situación financiera –aunque no tanto, aclara–, todavía su vida diaria le exige mucho esfuerzo para atender a Matías y entrenar muy fuerte como parte del elenco de UFC. Después de la escuela, su hijo la acompaña al gimnasio donde a veces se aburre y desespera, pero Jáuregui se las ingenia para consolarlo sin descuidar el entrenamiento de más alto nivel.

Todo atleta quiere llegar a convertirse en estrella, reconoce; yo también pienso en eso, en ser un ídolo popular de UFC, pero lo más importante para mí es ser una persona solidaria. La honestidad con uno mismo y con quienes te rodean, inspirar respeto antes que nada. Eso es fundamental para crecer no sólo en el deporte, sino en nuestras vidas.

El sábado 24 de febrero, Jáuregui peleó ante la estadunidense Sam Hughes en una Arena Ciudad de México repleta. Al mejor estilo mexicano, castigó a la rival con un boxeo veloz y la lastimó con un estupendo repertorio de patadas que la minaron para llevarse la victoria por decisión unánime. Apenas bajó del octágono compartió la alegría y recordó todo lo que ha vivido para llegar. Una pelea entre el público sacó su lado más pacifista.

No sé por qué los mexicanos apenas nos miran feo y ya queremos soltar chingazos. Eso está muy mal. A esos que se pelearon en el público, yo les recomiendo que visiten a un sicólogo, comentó muy seria.