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Horror mexicano con sentido
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▲ Fotograma de la cinta Desaparecer por completo, de Luis Javier Henaine.
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unca se sabe de dónde puede emerger un director apto para el cine de géneros. De Luis Javier Henaine había visto anteriormente Solteras (2019), una simpática comedia romántica en la medida que era propulsada por el talento cómico de Cassandra Ciangherotti. La revelación tuvo que esperar a Desaparecer por completo, su tercer largometraje, ahora en cartelera.

Ejemplificando el buen momento actual del cine mexicano de horror, la película plantea simplemente los efectos de una maldición en un pobre individuo. Pero es la forma cómo lo consigue donde yace lo meritorio. La narrativa se centra en Santiago (Harold Torres), un egoísta fotógrafo de nota roja que espera como buitre algún pitazo de la policía para acudir al lugar donde ocurrió un accidente, o un crimen para tomar las fotos más morbosas posibles. (Aquí Henaine rinde homenaje a una célebre foto de una mujer muerta en un accidente de tránsito, tomada por Enrique Metinides).

Curiosamente, el hombre tiene sus pretensiones, fuera de ocupar la portada de un tabloide amarillista. Santiago escucha música clásica mientras trabaja con sus fotografías, pero su ambición es montar una exposición de su obra en una galería. Ambición de la cual se burla su editor (Eligio Meléndez), quien le reitera su necesidad de publicar fotos cabronas.

Una de ellas se da cuando Santiago se introduce ilegalmente a una mansión donde se encuentra el aparente cadáver de un senador, devorado por las ratas. A partir de ese momento, cosas extrañas le empiezan a suceder al fotógrafo. (En la secuencia de créditos, hay imágenes premonitorias de brujería).

Así, ante el cadáver de una mujer apuñalada, Santiago es el único que no percibe el olor de podredumbre. Mientras come con su novia Marcela (Teté Espinoza) les echa demasiada salsa a sus tacos, literalmente, en busca del sabor. Ha perdido el olfato y el gusto, sin embargo, las pruebas neurológicas no revelan nada. ¿La conclusión? Ha sido víctima de una maldición.

De nada servirá la visita a una bruja (Norma Reyna) y su recomendación de consultar a otro colega que le cobra una fortuna. La paulatina pérdida de los sentidos de Santiago parece irreversible. Y ese planteamiento es de sobra inquietante.

Henaine persigue a su personaje con una cámara siempre móvil y le imprime urgencia a su dilema. Un estupendo trabajo de diseño sonoro refuerza la sensación de amenaza permanente. Santiago sufre de alucinaciones y pesadillas terribles, y las imágenes acertadas de Glauco Bermúdez no lo traicionan. Así también cuando él se interna en la guarida del Maligno, la resolución formal está a la altura de nuestros temores.

El hecho de que Desaparecer por completo funcione en sus intenciones depende en gran medida de la actuación de Torres. Ya el perceptivo cineasta Paul Schrader había detectado su semejanza física con Toshiro Mifune. La comparación no es descabellada. En efecto, Torres evoca la energía nerviosa, la fuerza interna del actor japonés en sus papeles de juventud, en El ángel ebrio (1948) y El perro rabioso (1949), ambas de Kurosawa. Santiago no es un personaje agradable, pero cuenta con toda nuestra empatía.

Desaparecer por completo puede atraer al público mexicano de igual manera como lo hizo Huesera (Michelle Garza Cervera, 2022). Su apego a las convenciones del cine de horror actual, con todo y un final abierto, pesimista, ciertamente la sitúan entre las aportaciones recientes más válidas e interesantes al género.

D: Luis Javier Henaine / G: Luis Javier Henaine, Ricardo Aguado-Fentanes, basado en un guion de Ricardo Aguado-Fentanes / F. en C: Glauco Bermúdez / Ed: Jorge Macaya / Con: Harold Torres, Teté Mendoza, Fermín Martínez, Vicky Araico, Norma Reyna / P: Moonlight Pictures, Panorama Global, Varios Lobos. México, 2022.

X: @walyder