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Comíamos alimento para burros... cualquier cosa
 
Periódico La Jornada
Martes 27 de febrero de 2024, p. 23

Deir Al-Balah., Después de sobrevivir con panes amargos hechos con pienso (alimento para animales) en lugar de harina, tres hermanos que huyeron de su casa en la ciudad de Gaza para refugiarse en una tienda más al sur se comieron una tarrina de halawa (pasta dulce desmenuzable).

Seraj Shehada, de 8 años, y sus hermanos Ismail, de 9, y Saad, de 11, contaron que huyeron para refugiarse con su tía en su tienda de Deir Balah, porque en la ciudad no había nada para comer.

Cuando estábamos en la ciudad de Gaza no comíamos nada. Probábamos algo cada dos días, dice Seraj Shehada, mientras los tres niños comen la halawa.

Comíamos comida para pájaros y burros, cualquier cosa, comentó, refiriéndose a los panes hechos de granos y semillas destinados al consumo animal.

La escasez de alimentos ha sido un problema en todo el enclave palestino desde que el 7 de octubre comenzó la guerra entre Israel y Hamas, pero es más grave en el norte de Gaza, donde las entregas de ayuda han sido más escasas durante más tiempo.

En la zona centro de la ciudad, la situación es ligeramente mejor, pero dista mucho de ser fácil.

En este contexto, el canciller palestino, Riad Maliki, denunció ante el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas que Israel utiliza el hambre y las medicinas como arma de guerra.

En el campo de desplazados de Al-Nuseirat, justo al norte de Deir al-Balah, Warda Mattar, refugiada en una escuela, le daba a chupar un dátil envuelto en gasa a su bebé de dos meses, a falta de leche.

Se supone que mi hijo debe tomar leche porque es recién nacido, ya sea natural o de fórmula, pero no pude conseguirla, porque no hay leche en Gaza, lamentó Mattar.

Recurrí a los dátiles para tener a mi hijo tranquilo, expresó.

En la tienda de campaña de Deir al-Balah, los tres hermanos narraron que perdieron a su madre, a otro hermano y a varias tías en la guerra. Se quedaron con su padre y su abuela y sin nada qué comer, aparte de panes hechos con pienso, señaló el mayor, Saad Shehada.

Era amargo. No queríamos comerlo, pero nos obligaban; un pan pequeño cada dos días. Añadió que bebían agua salada y luego enfermaban, aparte de que no había forma de bañarse ni de lavar la ropa.

Vinimos a Deir al-Balah en secreto. No le avisamos a nuestro padre.

La tía de los niños, Eman Shehada, con un embarazo avanzado, mencionó que perdió a su marido en la guerra y se quedó sola con su hija, una niña pequeña.

No recibo la nutrición necesaria, por lo que me siento cansada y mareada, expresó.